La tensión, hasta ahora dialéctica, entre Corea del Norte y Estados Unidos aumenta de manera exponencial. A las bravuconadas del presidente norcoreano, el sátrapa Kim Jong un, que amenza con lanzar armas nucleares sobre la isla de Guam, responde el presidente norteamericano Donald Trump que tiene preparada una contundente respuesta militar inmediata.
Washington ya ha iniciado contactos internacionales al más alto nivel para recabar apoyos en el caso de que estalle este conflicto bélico. En Europa solo la cancillera alemana Angela Merkel ha puesto objecciones a la intervención de estados Unidos, mientras que Pekín, el gran aliado de Corea del Norte, quiere desplegar su influencia para rebajar la temperatura de este peligroso enfrentamiento.
Las desavenencias entre Pyongyang y la Casa Blanca vienen de lejos, desde que el presidente George Bush incluyó a Corea del Norte en el 'eje del mal'. Los delirios de Kim Jong un y su régimen son peligrosos, pero su alcance depende de los apoyos que pueda obtener.
Occidente no puede hacer el juego a un gobierno como el norcoreano, que ha hundido a su país en el terror y en la más profunda de las miserias.