En apenas unos días, los líderes de EEUU y Gran Bretaña, Donald Trump y Boris Johnson, respectivamente, han tenido que adoptar medidas de contención contra la epidemia de coronavirus. Ambos dirigentes habían manifestado una posición escéptica, incluso ridiculizándola, sobre la gravedad de una situación que ha obligado a sus colegas occidentales a dictar severas normas de confinamiento en sus respectivos países. La cifra de infectados en EEUU y Gran Bretaña aumenta de manera casi exponencial. La dispersión e imprecisión de las normas de confinamiento, junto con su demora en la aplicación, amenazan los sistemas sanitarios de ambas potencias occidentales. Los ejemplos de China, Italia y España deberían ser lo suficiente elocuentes para advertir respecto a la imperiosa necesidad de actuar con urgencia y contundencia. El populismo de Trump y Johnson ha tenido que claudicar. La actitud de ambos aumentará y prolongará el impacto social y económico en sus países; el cual también tendrá su eco en la economía mundial. En este contexto hay que analizar con preocupación los probables efectos en Balears, en especial y de manera muy directa la demanda turística desde el Reino Unido;uno de los mercados esenciales y de cuyo comportamiento dependerá la ya castigada temporada turística.
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