El cruce de acusaciones entre la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y la dirección estatal del Partido Popular por la investigación sobre el cobro de comisiones de un hermano de la líder madrileña ha levantado una enorme polvareda política en las filas conservadoras. Y al mismo tiempo ha abierto en canal la formación entre partidarios y detractores de uno y otro bando, un enfrentamiento larvado que obliga a dejar vencedores y vencidos; la peor de las opciones para cualquier partido político. El distanciamiento personal y político entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso no es nuevo, aunque la victoria electoral de la política madrileña elevó el tono de las discrepancias. La última, sobre la estrategia a seguir en las relaciones con Vox. En los próximos días se conocerá el alcance de las heridas entre las dos facciones. Los ataques frontales sitúan el encontronazo en un callejón sin salida. Barones importantes del PP, como el alcalde de Madrid, Martínez-Almeida; o el presidente gallego, Alberto Núñez Feijoó, no han ocultado su distanciamiento con respecto a la voluntad de cuestionar la gestión de la líder madrileña. En el PP se ha abierto una guerra fratricida para beneficio de sus adversarios políticos más próximos. El desconcierto de la militancia, simpatizantes y votantes del PP castiga hoy al principal partido de la oposición.
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