Ante la política errática e irresponsable del Gobierno de Estados Unidos, los países de la Unión, de una forma coordinada, han de dar una respuesta clara, firma y sobre todo, responsable. Cada vez son más las voces de expertos que recomiendan que no se colabore en la escalada de la aplicación de aranceles, impuestos que no beneficiarán a nadie y que pueden llevar a una recesión internacional de la economía.
Europa está insistiendo en un mensaje que puede que caiga en el vacío, pero que en estos momentos muestra una actitud necesaria. Hay que estar dispuestos a negociar y a alcanzar acuerdos, que pueden parecer insuficientes, pero que sirven para dar pasos en la buena dirección. Es verdad que la administración Trump no ha atendido ni una sola de las propuestas concretas que Europa le ha puesto encima de la mesa. Y que en cada encuentro sectorial con representantes de los países comunitarios ha pesado más el memorial de agravios que la disposición al acuerdo. Esta vía de la negociación es importante para que Europa haga valer el peso que tiene ahora y en el futuro. La Unión no es la causa de la crisis pero tiene capacidad para reducir sus efectos.