La presidenta del Govern, Marga Prohens, anunció ayer, en el Parlament, un acto de homenaje al centenar de víctimas de los bombardeos republicanos sobre Palma durante la Guerra Civil 1936-1939. Un reconocimiento cuyo contenido aún no ha sido definido, que puede incluirla colocación de placas que recuerde a los fallecidos, en la línea de las Stolpersteine, las piedras de la memoria, que ya existen en Balears.
Por su parte, el Ayuntamiento de Artà, gobernado por el PSOE, homenajeará a los once asesinados en el bombardeo italiano que sufrió el 31 de agosto de 1936. Colocará piedras de la memoria para cada una de las víctimas. Menorca también sufrió bombardeos durante la guerra civil, que ocasionaron víctimas en Maó y Ciutadella.
La Ley de Memoria y Reconocimiento Democrático de Balears, aprobada en 2018, que será modificada tras al acuerdo alcanzado por PP y Vox, señala que «tenemos una deuda pendiente con las personas que sufrieron represión durante la Guerra Civil y el franquismo». El restablecimiento de la dignidad de todas las víctimas, de uno y otro bando, es una cuestión de sentido común que ha de inspirar acuerdos entre todas las formaciones políticas en lugar de suscitar polémicas. Hay que cerrar las heridas que aún supuran hoy de aquella contienda fratricida que enfrentó y asesinó.