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Con munición de fogueo

Me acuso de haber perdido la fe

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Pero por supuesto en los políticos, en ellos y en ellas e incluso me planteo, muy seriamente, si votar o no en las próximas elecciones.

Y no soy el único, como yo los hay a montones, antaño ilusionados por participar y que hoy nos mostramos desengañados porque ni son capaces de solucionar los graves problemas que España padece, ni de sintonizar con el pueblo; ellos van a su aire aprovechando cualquier conjetura para engordar -supuestamente- su cuenta corriente o favorecer -antes decíamos enchufar- a algún familiar a amigo, con idéntica denominación de origen.

Votar ha sido para mi y para muchos españoles, un derecho y un deber y la forma más directa de inclinar el "arte de hacer política" hacía una determinada filosofía pero, hoy por hoy, quienes imponen la línea de actuación son los partidos minoritarios y lo hacen impúdicamente sin preocuparles de la desproporción del número de votos obtenidos, ni de si sus directrices están en consonancia con el sentir de la comunidad; ellos son "el pueblo", los demás sólo alcanzamos la categoría de "figurantes".

Creí, de lo que me acuso, que los partidos minoritarios debían tener "voz y voto", porque confiaba en que el sentido común les señalaría los límites hasta donde debían llegar en sus propuestas, pero no ha existido dicha premisa y dudo que en un futuro se dé, porque le han tomado cariño a eso de mandar, a eso de imponer sus condiciones, con el añadido de "o eso o … rompemos la baraja".

También creí que una coalición de partidos para hacerse con el poder se fundamentaría en un "proyecto consensuado" y que se daría a conocer a todos los votantes, que sería algo público, pues no, es notorio pero no público, es conocido pero sin apenas luz y con pocos taquígrafos.

Confié siempre en la honorabilidad de la clase política, incluso hoy sigo apostando por ella y creo sinceramente que los políticos honestos son mayoría; que los corruptos y demás apelativos al uso, son minoría pero son los que salen a flote, los que aparecen en los titulares de prensa, los que -presuntamente- se han forrado a cuenta de las arcas públicas sin el más mínimo respeto a si mismos y a sus compañeros quienes no sólo sienten vergüenza ajena sino que incluso han de apechugar con el "San Benito" de que "todos son iguales".

Pero lo que me enoja profundamente es que todo seguirá igual, que la Ley Electoral no será modificada porque ni al PP ni al PSOE les interesa el cambiarla ya que, quien más quien menos, se ha beneficiado de ella; aquí, en nuestra Comunidad, actualmente es el partido socialista quien ha sacado tajada de ésta situación pero en otras ocasiones ha sido el PP y lo que ocurre en las Baleares se puede trasladar a cualquier otra Comunidad de ahí que la ley de marras seguirá vigente y sin alteraciones notables.

Un amigo, de los que me quieren bien, me insinuó la posibilidad de seguir siendo consecuente con mis ideas y votar en blanco; es una alternativa, de momento no me seduce pero, ¿Quién sabe? … lo que es evidente es el hecho de que cada día somos más los desengañados, los que, pese a nuestra natural forma de concebir una Democracia desde la alternancia, el respeto y la colaboración en temas o situaciones puntuales, estemos hasta el gorro del galimatías en que se está convirtiendo la España de las Autonomías en la que ni el progresivo y lamentable aumento de parados haga reaccionar a una clase política que debería dar soluciones urgentes a un problema tan grave y si no son capaces de ello, optar por la otra vía legalmente democrática, la de anticipar las elecciones.

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