Con Miguel Delibes ha desaparecido el buen castellano. No sólo nadie escribe como él sino que ya nadie habla como él escribía. Quizá porque también está desapareciendo esa sociedad rural, ese mundo que ha descrito con tanta riqueza de detalles y un elenco de personajes tan presentes en la vida real de la vieja Castilla. Se ha ido también un escritor con compromiso, el compromiso de la tierra olvidada y de sus gentes, a las que ha retratado con redonda perfección, la causa que le costó el cese como director de "El Norte de Castilla", compromiso también con la otra Tierra, la de todos. En las buenas y largas reseñas publicadas estos días sobre el autor vallisoletano apenas se ha recordado que publicó en los años 80 "Un mundo que agoniza", un documentado ensayo sobre las amenazas del planeta. Luego, cuando el ecologismo se puso de moda él desapareció con la escopeta al hombro, haciendo conservacionismo a través de la caza, desmontando con buenos argumentos la contradicción facilona. Su conversación con Juan Gualberto el Barbas constituye un monumento a la literatura.
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