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De risa... ¿o de pena?

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En este país, donde la libertad y la justicia van de la mano con el que más grita, tenemos un motivo más de alegría, vamos, de chirigota.

El ministerio de la Igualdad, empeñado en justificar su razón de ser, inventa cada vez motivos más y más pintorescos.

¿El último? En las empresas, públicas o privadas, tendremos un comisario político que vele por la paridad, ¿recuerdan? Aquella parida que dice, más o menos, que uno no vale por lo que sabe, o por lo que hace, si no por el sexo que la naturaleza le dio a bien concederle.

¿Es usted mujer? Pues nació con un pan debajo del brazo. A partir de ahora, por cuota, tendrá derecho a tropecientas mil cosas, que, no nos engañemos, a lo mejor sí, pero a lo mejor ni se merece, ni ha luchado por ellas.

¿Es usted hombre? Pues está en el bando de los perdedores, de los que lo van a tener difícil de verdad.

Y yo, que siendo mujer, me he partido los cuernos toda la vida trabajando y luchando, como tantas y tantas mujeres, a las que no nos regalaron nada, pero conseguimos llegar a todo, me siento mal.

No es por eso por lo que luchamos. Luchamos para que se reconociera la igualdad desde el punto de partida, los mismos derechos, los mismos deberes, para que el sexo (femenino, por supuesto) no fuera motivo de depreciación a priori ante cualquier hecho de la vida.

Pero por favor. No somos personas con carencias, ni una raza en extinción. Somos algo así como la mitad de la población del mundo, y no hemos de aplicar las mismas armas que se han aplicado antes contra nosotras.

Ni mejores, ni peores. Con todas las oportunidades, como merece todo ser humano. Con todas las posibilidades en nuestras manos. Con todos los recursos para ayudar a las que de verdad lo necesitan, en las luchas que no deben tener nunca freno, contra la violencia , contra la ignorancia, contra el hambre, contra la miseria.

Pero por favor. Que no gasten un duro mas en descubrir donde tenemos el punto G ( otro invento del mismo ministerio, en el que se gastaron 800.000 euros) porque, a estas alturas de la vida, o lo hemos descubierto ya, o no vale la pena que lo busquemos.

Que no gasten un duro en leyes y comisarios políticos para imponer nuestra mayoría, porque hoy, en nuestro país, la mujer que quiere, vale, y la que vale, sirve, y la que sirve, logra, paso a paso, todo aquello a lo que tiene derecho, sin el beneficio de una ley que discrimina y anula los méritos de cada uno y cada una.

Ya somos mayorcitas. Hace tiempo que no necesitamos que nos lleven de la mano a ningún sitio, ni que nos regalen un caramelo. Vamos donde queremos, comemos lo que nos gusta. Somos personas, no de primera ni de segunda categoría. Personas. Y cada una, o cada uno, como gusten, a base de dejarse la piel en el intento, se va haciendo su camino. Y, como dice Machado, golpe a golpe, verso a verso…No a golpe de ley ni de estudio económico.

Gástense el dinero en cosas más necesarias. Las hay, se lo aseguro. Hay mujeres en auténtico riesgo de exclusión social, mujeres que no se separan porque no pueden mantener a sus hijos, y reciben todos los malos tratos habidos y por haber, hay mujeres viudas o solas obligadas a vivir con una pensión de miseria…..Ayúdenlas, gasten en ellas, y no por el hecho de ser sólo mujeres, sino por el hecho de ser personas que lo necesitan. Pero no gasten en tonterías. Alguien, algún día, les pedirá que rindan cuentas por lo que hacen.

Y será difícil de explicar, en un mundo como el que tenemos…

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