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Con munición de fogueo

Malestar contagioso (1)

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Las últimas medidas tomadas por el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero han creado un malestar contagioso como en pocas ocasiones habíamos vivido, especialmente porque todos coincidimos, en realidad no todos pero sí la mayoría, en que "la responsabilidad recae directamente en quienes tuvieron la obligación de haber previsto la situación en que nos encontramos y no quisieron, y ahora tienen el deber de solucionarlo, pero ni pueden ni saben".

Que los pensionistas y los funcionarios hayan sido los primeros en ser trasquilados suena a buscar la salida más fácil, como incluso puede que la huelga general se haga realidad pero la reputación de los Sindicatos -domesticados por el poder de las subvenciones- es prácticamente nula, por lo que dudo que dicha medida de presión se lleve a cabo, es más, de hacerse efectiva, no producirá ningún efecto positivo para ambos colectivos; congelación y rebaja son irrevocables.

La coincidencia en que deben tomarse otras medidas es abrumadora; es obvio que hay que predicar con el ejemplo pero yendo hasta el fondo; Cameron, el nuevo premier británico no se ha andado con chiquitas, en sus medidas adoptadas no sólo ha incluido un recorte en las "prebendas" ministeriales sino que ha ido más allá: "fuera coches oficiales y el viajar en primera" … son medidas ejemplarizadoras, de las que contagian y crean un estado de opinión positivo, "si ellos son los primeros en ajustarse el cinturón, nosotros hemos de ser consecuentes" y en un país disciplinado y con sentido de estado, como es Inglaterra, todos irán en la misma dirección, nadie querrá bajarse del buque, aunque éste presente inequívocos síntomas de hundimiento.

También es cierto que desde el Gobierno central, pasando por los Consells hasta llegar a los Ayuntamiento todos están, aparentemente, por la labor; personalmente creo que el "reajuste" puede ser mayor, menos ministerios, menos asesores, menos … tantas cosas, tanta parafernalia inútil o tantas dedicaciones exclusivas no siempre necesarias y en ocasiones excesivas; reducir plantillas, incidir -iba a decir, cebarse- en la parte más débil no sólo demuestra una falta de sensibilidad sino incluso de imaginación.

Los jubilados, los pensionistas cobramos a tenor de lo aportado a lo largo de nuestra vida laboral; unos hemos cotizado más que otros porque no es lo mismo trabajar en una empresa de ámbito estatal, en que "todo" aparece en la nómina, que hacerlo en un fábrica o negocio local en que, en ocasiones, los "extras" no aparecen y no se cotizan, beneficiándose de ello, a corto plazo, el empresario y el trabajador, aunque a la larga éste, el obrero, sale perjudicado; sin embargo a todos, olvidémonos de las pensiones de cada uno de nosotros, la congelación equivale a perder poder adquisitivo.

Para mi hay dos cosas fundamentales, la primera es crear el clima apropiado entre Gobierno, Patronal y Sindicatos para afrontar, en profundidad, la reforma laboral, porque sin éste requisito es prácticamente imposible crear empleo y generar una dinámica positiva que posibilite reducir la lista de parados cuyo número acongoja por las consecuencias negativas en que se encuentran quienes carecen de un trabajo debidamente remunerado.

La segunda cuestión es también urgente; se trata simplemente de que Rodríguez Zapatero y Rajoy lleguen a un entendimiento pero claro, todos sabemos que esto es prácticamente imposible, solo quienes seguimos creyendo en los milagros apostamos por este "pacto", será porque nos importa España por encima de otras prioridades y aunque no desechamos otras soluciones, que las hay, nos conformamos con éste primer paso, el del entendimiento, aunque sólo sea de principios, entre el Presidente del Gobierno y el líder del PP.

P:D. Me congratulo de que Berto Moragues haya renunciado a cobrar las dietas que por su cargo le corresponden; detalles como el suyo sirven para recuperar la confianza, hoy muy maltrecha, en la clase política.

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