Los telediarios -también el cine y las retransmisiones deportivas- constituyen el fundamento de una buena parrilla televisiva. Determinados informativos siempre aparecen entre los espacios más vistos, se mantienen entre los preferidos por el público, a pesar de los grumos que nos cuelan un día sí y otro también. Hay dos chicas a cual más ridícula, peripuesta y redicha que se han convertido desde hace meses en fijas del telediario, sobre todo en el de La 1, la pública y supeditada más que ninguna otra al juego de los partidos políticos. Leire Pajín y María Dolores de Cospedal no fallan nunca, en su agenda diaria debe aparecer "declaración para el telediario" como cita fija, improvisando o, sobre todo la primera, detrás de un atril con poses que cuanto más naturales intentan parecer más postizas se revelan. La declaración tiene un guión único, hay que machacar al rival, lo que ha dicho el líder de los otros carece de credibilidad o es un insulto a los ciudadanos. El bienestar ciudadano y el culto a la inteligencia son incompatibles con esas apariciones, y el buen periodismo, también. Sin embargo, ahí siguen cada día provocando huidas de audiencia, que vuelve después de los 30 segundos que suele durar su representación, porque el espectador no es tonto, pero si le fuerzan, pronto seleccionará el canal no tanto por lo que dan sino por lo que no dan.
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