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Xerradetes de Trepucó

PEDRO PRATS MESQUIDA, UNO DE LOS CIUDADELANOS QUE LUCHARON EN FILIPINAS

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Antes de iniciar el presente artículo, debo corregir y decir que Pedro Prats partió del puerto de Mahón el 16 de septiembre de 1896 y no el mes de diciembre, según escribí erróneamente.

Salieron del puerto mahonés conducidos por Pedro Salcedo Gelabert, sargento que regresaría al día siguiente, una vez haberlos entregado a sus superiores.
Los 450 artilleros de las Baleares, VIII Batallón de artillería de Plaza, que debían reforzar su unidad en Filipinas embarcaron el 13 de septiembre en el puerto de Barcelona a bordo del "Antonio López", dirigiéndose a Cartagena, según anotación pagina 51 de Baleares en la Guerra de Filipinas. Uniéndose al batallón los infantes de marina del segundo regimiento, al mando del teniente coronel José Goyenechea, formado por tres jefes, veinticuatro oficiales y setecientos ochenta y cinco de tropa. Un mes después, el 13 de octubre, el barco fondeó en aguas de Manila, desembarcando al día siguiente sus ocupantes. Antes de desembarcar, les fueron entregadas los populares guajiros, en lugar de las alpargatas, dotándoles de gorro de paño.

No es menester detallar las calamidades acaecidas durante el trayecto.
Enfermedades, mareos, los consabidos miedos de cuanto les podía suceder en aquellas tierras. Diariamente se recibían cablegramas dando cuenta de españoles desaparecidos, encarcelamientos y muchas muertes o bien por enfermedad o por el machete del enemigo.

Entre los soldados se encontraba Pedro Prats Mesquida, hijo de Pedro Prats Torrent (1834-?) y de Francisca Mesquida Coll, establecidos en es carrer de Maó, allí nacieron Bartolomé y Lorenzo, cambiando de domicilio a la plaza de San Pedro, donde nació Pedro el 3 de noviembre de 1869. De nuevo recogieron los enseres familiares, mudándose en es carrer Estret 4, naciendo una niña a la que llamaron Margarita, era el 5 de mayo de 1872.
Aquel joven ciudadelano, que había sido liberado por dos veces de cumplir con el servicio militar previo pago familiar, no fue favorecido por la tercera ronda, debiéndose de incorporar, figurando en la ficha militar como soldado de segunda del VIII batallón de artillería de la plaza de Mahón. Repatriado en abril de 1899 (desde octubre de 1896 a mayo de 1899), regresó desde Alcudia al puerto mahonés el dos de junio de 1899.

Lamentablemente no dispongo de suficiente material, tal como sería mi deseo. Como muy bien explican de él sus nietos, fue un hombre extremadamente callado y reservado.
Incluso rehusaba hablar de las tragedias sufridas. Los miedos vividos en aquellas lejanas tierras. Poco relató de las amargas experiencias vividas en las batallas en Filipinas en la guerra que sostuvo nuestra nación, contra los insurrectos primero y después contra los Estados Unidos, permaneciendo tres años en el archipiélago, lejos de su familia y de su querida Ciudadela.

Gracias al resto de compatriotas, se supo que tomó parte en muchas operaciones de campaña, algunas de ellas llegaron a encerrar temerosos riesgos para su vida, principalmente las operaciones de campaña en Cavite, donde fue herido por los sublevados. Regresando a Menorca amb sa ferida de guerra, debiendo ser repatriado.
Como muy bien dijo de él "El Iris", su brillante comportamiento le valió una honrosa condecoración. Tomó parte en la defensa de Manila, demostrando en todo momento una gran valentía y arrojo.

Fue asistente personal del general Primo de Rivera, siendo éste capitán, con el cual le unió una fraternal relación. Pedro Prats estaba en posesión de varias cruces y medallas, por una de las cuales disfrutó de una pensión vitalicia.

Una vez restablecido, fundó una fábrica de hormas en la calle Mallorca, más tarde pasaron a Miguel de Cervantes 14. Siendo su socio Juan Villalonga, teniendo una gran aceptación trabajando para toda Menorca, con el epígrafe de Hormas Salet.
España había perdido las últimas colonias y con ello llegó una grave crisis económica ocasionada por la pérdida del mercado cubano, donde residían buen número de menorquines, la mayoría de ellos ciudadelanos, iniciándose una importante emigración a la América latina.

Pedro Prats Mesquida casó con Paula Salort Monjo, tuvieron cinco hijos, Francisca, Pedro, José, María y Paulina. Su domicilio particular se encontraba en la calle de Artruch 12.
Falleció, tras sufrir una larga y grave enfermedad, el 5 de abril de 1953, a los 77 años. Rodeado por su esposa, hijos, nietos, familiares y amigos, entre ellos se encontraban antiguos empleados que habían trabajado toda una vida junto al maestro, que a pesar de ser poco comunicativo, no les fallo jamás, tendió su mano de industrial a la vez que de operario, siendo uno más de ellos, siempre apoyando al más necesitado, tal vez porque él, en tiempos pasados, también necesitó y mucho, de la comprensión, apoyo y amparo, al encontrarse tan lejos.

Toda la ciudad, la misma que le vio nacer y estuvo pendiente en su época de expatriado, comentó su fallecimiento, con gran pesar. Las calles se llenaron de paisanos, deseosos de rendirle un merecido homenaje, el cual fue de primera clase, cantándose el benedictus. Acudió numeroso gentío que testimonió su pesar a los familiares del difunto acompañando el cadáver hasta la última morada. Recibiendo por parte de un escuadrón de artilleros los honores como héroe que fue.

Añadir, que el 28 de enero de 1899, llegó a Ciudadela repatriado procedente de Filipinas el soldado Guillermo Moll. Trascurridos dos días a bordo del ciudad de Mahón, llegaban repatriados Antonio Portella Riudavets, Gaspar Barceló Moll procedentes de Cuba, y de Filipinas Antonio Moll Camps, los dos últimos de Ciudadela. Calculándose que murieron 80.000 hombres, entre generales, jefes, tropa, en duro y sangriento combate.

Hoy que tanto se habla de la recuperación histórica, bueno sería que en alguna de las muchas rotondas que se hallan en Ciutadella, repletas de rocas i poca cosa més, se dedicara una de ellas con los nombres esculpidos de los paisanos que defendieron con honor y mucho coraje, en aquellas tierras lejanas, tributo merecido de honor, alguien dijo: muerto y olvidado, dos veces muerto. No caigamos en ello y entre todos hagamos posible este merecido homenaje.

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