Los actos en recuerdo de un aniversario suelen rememorar la trayectoria seguida por algo o alguien desde sus principios. De la misma forma en que las costumbres de dividen en dos: las buenas son hábitos y las malas son vicios, esos citados actos de recuerdo también se pueden dividir entre los que rememoran cosas buenas (las celebraciones son normalmente alegres) y las que recuerdan cosas malas (simples aniversarios que pueden referirse a desgracias concretas).
Hace unos días el presidente Rodríguez ha recordado cómo hace ahora diez años los denominados "renovadores" de su partido (ya estigmatizados como culpables históricos de tal desaguisado) le permitieron subir al poder en el PSOE. Mientras él, sin duda, ha celebrado aquella victoria, muchos otros recordarán este aniversario como uno de los peores males sufridos por España en su historia reciente.
Siguiendo su usual estela producto de su conocida demagogia populista, el que fue "presidente por accidente" (nunca la historia definió tan bien) ha intentado resaltar los logros conseguidos especialmente en sus seis años como gobernador de los españoles.
Opaco a la desgraciada realidad actual, producto en gran parte de las políticas que ha aplicado, el genio de León ha presentado un panorama idílico permitiéndose incluso vaticinar que pronto "viviremos" (¿?) poder ver que estamos mucho mejor de lo que parece. Las nuevas dotes pitonisas de Rodríguez han sido acumuladas a su historial de forma inmediata.
Otros ciudadanos tienen otra visión de su realidad. Muchos consideran que Rodríguez ha reabierto innecesariamente heridas de hace más de setenta años, ha enfrentado a media España contra la otra media, ha impulsado la "duda" sobre el sentido de nación, ha alentado la disgregación del país alentando nuevos estatutos autonómicos que nadie requería y ha ignorado a buena parte de los ciudadanos para ceder y caer en manos de las codicias de unos voraces e insaciables nacionalistas periféricos. Muchos creen que Rodríguez ha impulsado los localismos debilitado la condición del "ser españoles", que ha mentido descaradamente a los ciudadanos engañándoles repetidamente sobre la situación del país, que ha desprestigiado a España a nivel internacional, que ha ayudado a hundirla económicamente con medidas populistas que no han supuesto apoyo a la economía productiva sino más bien han servido para esquilmar las arcas del Estado para ocultar su incapacidad.
El estado del Bienestar ha sufrido un ataque terrible bajo su mandato al renunciar a reducir despilfarros autonómicos (algunos fuera de su alcance por haber permitido un traspaso de competencias demencial) en vez de reducir sueldos a los humildes funcionarios, congelar pensiones, etc. Bajo su mandato han aumentado las diferencias entre ricos y pobres en España.
Su política exterior ha sido pavorosa. Después de insultar a USA, ha decidido después convertirse en el perrito faldero de Obama implorando que le pase la mano por el lomo en señal de nueva docilidad y sumisión. Pero antes se ha acercado a todos los dictadores sudamericanos protegiendo con especial delación a los fascistas cubanos. Soñador empedernido, apostó por una imposible Alianza de Civilizaciones que contradice la realidad mundial de bloques políticos. Sigue engañando hoy a los españoles al ocultar que nuestros soldados participan en una terrible guerra que ya nos ha causado decenas de muertos. (¿Dónde están ahora los Z-ejudos del No a la guerra?).
Rodríguez ha puesto en duda el sistema tradicional de valores que más allá de la necesaria modernización de costumbres ha significado, según J. Cacho, "la pretensión de crear un individuo despersonalizado, dirigido ideológicamente, acrítico o incluso idiotizado. Ha primado la igualdad sobre la libertad, la masa sobre la persona". Hay quienes esperan poder celebrar pronto el primer aniversario de su caída del poder.