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Crítica es libertad

¿Reivindicar el chantaje?

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Recientemente hemos podido volver a comprobar como los partidos nacionalistas periféricos recurren al más puro chantaje político como una eficaz y efectiva herramienta para conseguirse beneficios particulares a la hora de "colaborar" en la gobernabilidad del Estado. De hecho es inaudito que llamen "ayuda a la gobernabilidad" a lo que no es sino una simple y mafiosa extorsión al Estado. Un peaje.

La necesidad de poder contar con unos apoyos determinados para conseguir la estabilidad necesaria para aprobar los Presupuestos para el próximo ejercicio 2011, ha sido esta vez, de nuevo, utilizada por los vascos del PNV y los canarios de CC para permitirse conseguir beneficios exclusivos para sus respectivos territorios.

El método consiste en estrujar al máximo a quien tiene necesidad de sus votos para poder permanecer en el poder "como sea". Es aceptar el pago de un alquiler para poder seguir en el poder. En este caso ha sido el PSOE quien, continuando con su conocida y permanente genuflexión ante el nacionalismo, ha accedido a sufrir las presiones y chantajes de quienes se venden al mejor postor y al precio más caro posible.

Uno de los fracasos de la reinstauración democrática en España ha sido haber permitido la extorsión como método político. Este funcionamiento perverso del Estado de las Autonomías que ha venido permitiendo gobernar a los dos grandes partidos (PP y PSOE) sin aparente remordimiento mental/moral para ninguno de ellos, ha sido denunciado especialmente por UPyD, ya que la cesión de nuevas competencias no puede estar basada perpetuamente en la coacción ni puede ser infinita. También porqué la cesión de ciertas competencias no generalizadas implica aumentar las diferencias entre territorios españoles dependiendo de si tienen o no suficiente poder para poder ejercitar mejor esa extorsión permanente.

Una vez comprobado esto, periódicamente surgen voces, también en Menorca, que abogan por imitar esos métodos de presión de otros con el fin de conseguir mejoras para nuestra isla. Es decir, sugieren apoyar a pequeños partidos localistas que puedan también chantajear impúdicamente al Estado. Reivindican el chantaje.

Efectivamente, estamos ya acostumbrados (es decir, cotejamos ya como signo de normalidad) a que algunos interpreten la actividad política únicamente a través de la extorsión.

Deben de creer que sólo extorsionando y presionando se pueden conseguir beneficios para un determinado territorio. La perversidad del sistema que se ha instalado a través de estos métodos (y que, insistimos, algunos incluso asumen como normales), no es sino una putrefacción de la democracia. Es una simple desviación de la máxima del poder del pueblo por el pueblo ya que, en este caso, una minoría muy minoritaria se impone a toda una mayoría.

Las plumas que abogan por la continuidad y por la generalización de estos métodos no se plantean que la solución no es seguir chantajeando al Estado. No se plantean que la solución es cerrar ya el Estado de las Autonomías para, precisamente, evitar las presiones de pequeños grupos periféricos que de forma egoísta sólo miran desde sus ombligos. Es la visión global frente al interés provinciano. Es completar el terreno de juego para que nadie pueda ya salirse de las normas consensuadas entre todos y no sólo de las de unos pocos en beneficio de si mismos. Más cuando esa proclamada (incluso orgullosa) mentalidad aldeana acostumbra a adornarse con aires de caciquismo y corrupción. Lo hemos comprobado en Baleares donde "gozamos" de la presencia del partido más corrupto de España (y quizás de Europa). Ha sido este partido nacionalista UM quien ha puesto y depuesto gobiernos en nuestras islas pero nunca ha conseguido mejorar la vida de todos los isleños sino únicamente la de sus afiliados.

Creemos que de cada día son más los ciudadanos que abogan por cerrar ya la configuración competencial de las Autonomías para evitar, precisamente, estos chantajes que no hacen sino desangrar al Estado arrebatándole constantemente más y más competencias en una loca espiral sin fin que, de no detenerse, sólo puede conducir al desmantelamiento del mismo estado como tal. Debe de pararse la succión "como sea".

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