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Wikileaks

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Las noticias corren a un ritmo tan veloz que se hace difícil en muchos casos asimilar bien la informacion que en ellas se contiene y muy fácil equivocarse a la hora de valorar su contenido y su misma trascendencia. Es lo que me ha ocurrido a mí, una vez más, cuando comenté apresuradamente en estas páginas hace casi dos meses lo de wikileaks. Opiné entonces que del tema se hablaría durante unos pocos días porque no interesaba al núcleo del poder mundial quienesquiera que sean los que en este momento lo ejercen, que se conociera una abrumadora cantidad de información hasta ahora oculta que podía comprometer seriamente su honorabilidad, y difundir ante la opinión pública las innumerables fechorías (éste es el amable vocablo que se usaba) que cometían a diario y a espaldas de la ciudadanía algunos de los que prácticamente rigen, gracias a su omnimodo poder, los destinos de la humanidad.

El tema, y llevamos meses con él, sigue sin embargo coleteando en las primeras páginas de cinco grandes periódicos de ámbito mundial, y me imagino que tendremos wikileaks para rato. Hay mucha tela para cortar y muchos y poderosos intereses para defender o ocultar. Y si no fuera porque se trata de un asunto muy serio podría decirse algo frívolamente que tenemos delante material para divertirnos durante una larga temporada . Es una opinión, no un vaticinio.

Lo que resulta frívolo y banal en mi modesta opinión es que no por casualidad se intente centrar el tema en el personaje del periodista australiano que estuvo de juerga un par de noches con unas señoras suecas que ahora le acusan de violador. Una estúpida manera de echar balones fuera y salirse completamente de lo que de veras interesa saber y que a la larga se sabrá. Julian Assange no es el único ni acaso el principal protagonista de esta historia recién estrenada y su posible eliminación si es que de esto se trata no va a cambiar, pienso, el marco en el que pueden desarrollarse los acontecimientos en el futuro. Hay datos dentro de lo poco que conocemos del asunto para sospechar que hay un fuerte y competente equipo de expertos detrás de él y que ya es tarde para desenredar la muy bien trabada madeja que, me imagino, han construido durante unos pocos años los expertos que han creado este complejo andamiaje que ahora se quiere derribar.

Estoy hablando de memoria como suelen decir a veces los conferenciantes o discurseadores que no siempre están en condiciones de documentar con datos del todo fiables alguna de sus afirmaciones. Es un recurso legítimo porque el que habla o el que escribe aunque sea más o menos conocedor del tema escogido por él no necesariamente está obligado a actuar como el que defiende una tesis doctoral. Hay ocasiones en que es lícito opinar un poco por intuición o por olfato. Y éste es el caso.

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