A estas alturas, si frecuentas el periódico, amigo lector, poco me queda ya por contarte que no sepas. A lo mejor te ha llamado la atención el título de mi coto privado de ideas y me regalas un rato de tu sábado. Gazpacho y gazapo son palabras que se parecen y que, 'assegut a sa vorera' y escribiendo rápido, se pueden confundir. Hoy te revelaré lo que es un secreto a voces: Todos los periódicos del mundo mundial y algunos de otra galaxia están repletos de errores, inexactitudes, pifias y cagadas. Vamos, que los periodistas nos solemos columpiar de vez en cuando y acabamos por "pixar fora de test" demasiado a menudo.
Un teclado de ordenador es un arma afilada. El mío, en particular, cuenta con 110 teclas (las acabo de contar) que te permiten decir cualquier cosa y de cualquier modo. Un periodista, escritor o redactor pasa el día rodeado de palabras y letras, leyendo y releyendo lo que escribe. Puede que en las primeras 500 palabras no se te escape ninguna errata porque, a priori, sabes escribir. Pero a partir de ahí... 'Alea jacta est', la suerte está echada.
A veces se te cuela un 'havía' o un 'triumfo' que al filólogo de turno o le hace gracia o le entran ganas de despotricar públicamente cargando contra tu medio con lindezas como "y encima nos cobran por leerlo", o algo por el estilo. Cuando terminas a las tantas de la noche, después de más de diez horas delante del ordenador y de haber dicho y desdicho tantas cosas, es normal que estés cansado y que se te pase algún error de este tipo. A eso lo llamaría un gazpacho. Un error que se concibe a raíz de un descuido, que se te van los dedos en el teclado o que estás hasta las narices de escribir y sólo piensas en cerrar los ojos y dejarte llevar.
Vayamos ahora con el gazapo. Un resumen propio de Menorca para que se entienda mi tesis sería "quan li fots xaloc en canal". Cuando manejas una información y en lugar de contrastarla, lo que conllevaría una o dos llamadas de teléfono más, optas por publicarla y luego ya se verá, aprovechando que la memoria de los lectores, a día de hoy, no suele durar demasiado.
La verdad es que resulta frustrante cuando abres el periódico y te encuentras con una errata, del tipo que sea. Sabes que es tu culpa y es un mosqueo que te suele durar un par de días porque sientes que te has fallado a ti mismo y, lo más importante, que también le has fallado al lector. Aquel que se toma la molestia de pagar un euro y pico para leerte.
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