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Xerradetes de Trepucó

Perfumes D.O.R. relevó a Casa Parpal

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Lo recuerdo perfectamente, y a buen seguro muchos de ustedes, también.
Perfumes D.O.R. se encontraba en la plaza Bastión, la casa medianera con la de Margarita sa callista a mano derecha el señor Benito Reynés con su negocio de bicicletas y venta de motos. El propietario, Antonio Román Parpal, el mismo que durante varias semanas he intentado ir describiendo, el que cerró Ca'n Palaa, fundado por su abuelo y continuado por su padre.

Porque el tiempo no perdona, por los avatares y las enfermedades que van haciendo mella, entre ellas las que lamentablemente ha ido padeciendo su querida hija Pilar. No puedo finalizar, como hubiera sido mi agrado, pero si habré logrado que aquel mahonés inspirador e innovador de infinidad de cosas, idees no n'hi faltaven, haya sido recordado, rescatándolo del anonimato como tantísimos paisanos vienen padeciendo. Sabio es el refrán. Nadie es profeta en su tierra.

Sería 1948, cuando abrió las puertas de aquella amplia planta baja con aires de modernidad, un mostrador de cristal dejaba entrever infinidad de artículos propios para la mujer. Polveras de diferentes modelos, caprichosas cajas conteniendo olorosos polvos y talcos con sus pompones para esparcirlos sobre el rostro y cuerpo. Otras cajitas de maquillajes, coloretes conocidos como rubor, dando un tono sonrosado a las mejillas. A mí, particularmente me agradaban unas cajitas de color negro que se las conocía por algo así… como Ricils, era una barrita que con un poquito de saliva y su diminuto cepillo hacía el milagro de alargar las pestañas. Sobre el mostrador, un tarro lleno de lápices para perfilar cejas, o dibujar lunares, perfiladores de labios, sombreadores para los ojos, cepillos para el pelo, peines en todos los colores y tamaños, principalmente en concha y banya. Clips, ganxos de vella, creps que se utilizaban para rellenar los moños, bigudies… que por cierto los que me ponía mamá Teresa, los hacía mi padre, cortando trozos de hilo de electricidad en color negro, se doblaban muy bien, resultando, económicos y prácticos a la vez. En un cesto, cerca de la puerta un gran surtido de esponjas naturales, pastillas de jabón llamadas de tocador, fijapelos, colcrem, aguas de colonia que se vendían a granel.

Varios embudos y sus medidores.
Lo más característico del negocio, los perfumes que en la trastienda, confeccionaba el señor Román Parpal, no podía ser de otra manera, el poeta, dejaba volar su imaginación elaborando aromas con sus alambiques. Trabajaba con extractos de flores naturales que cierto productor barcelonés le mandaba a manos con un recadero.

Lo del éxito alcanzado, no fue casual, A. Román, se lo trabajó concienzudamente, tras infinidad de pruebas, de anar ensumant mil vegades, dando a oler a su querida esposa, e hijas, dejándose aconsejar, repito, una vez estar convencido que había logrado su propósito, no tuvo prisa en ponerlo a la venta, una vez mas recordó al caudillo, aquel Napoleón que dijo a su escudero… vísteme despacio que tengo prisa, y es que Parpal, tenía verdadera ansiedad por dar a conocer sus productos, pero a la vez, era tan sibarita, tan escrupuloso, como muy bien lo define , su nieto Toyo, debía dar tiempo al tiempo. Y así fue.

Para ello viajó a Barcelona, visitando varios fabricantes de envases de cristal y tras recorrer infinidad de ellas, eligió de entre las mejores, la más hermosa, la más adecuada, las clientas con tal solo ver el frasco, lo adquirían y de haber olido el aromático perfume, no diguem.

Parpal, regresó a Mahón, disponía del producto, de la ampolla, de la caja de cartón, con su cinta y lazada, una auténtica finura y en su cabeza desde hacía cerca de seis meses le rondaba el nombre, la cosa estaba decidida, debía ser algo muy comercial, algo que llamara la atención a los isleños, y a los turistas que nos visitaban. Él, que sabía mucho de historia, de viejas dominaciones, lo dedicaría a una dama que aun hoy se cuestiona de sí o no estuvo en Mahón. Lady Hamilton, para ello la etiqueta de la primorosa caja que contenía el perfume estaría dedicada a la finca predial de San Antonio, a la enigmática The Golden Farm . Cuatro fueron las fragancias.

"Brisa de Menorca", "Rendición", "Lady Hamilton" y "Lord Nelson". Detalle que els senyors de Sant Antoni siempre le agradecieron, a buen seguro don Ramón Delás al que tuve la oportunidad de conocer y hablar con él infinidad de veces al igual que su encantadora Camila de grato recuerdo.

Volviendo atrás, no es extraño el buen recibimiento de los perfumes de Mahón, elaborados por un mahonés que hablaba perfectamente el inglés, y se deshacía en atenciones a cuantos clientes de la Gran Bretaña, tras fotografiar "es pont de Sant Roc", se dirigían a perfumes D.O.R, al regresar a su país no podía faltar, ni la caneca de gin, ni el perfume que según la leyenda personal de Román Parpal, se hubiera perfumado aquella bella mujer que amén de enamorarse de Lord Nelson se suponía se embriagó con la fragancia que aquí percibió, mezcla de mar, romeros, "tamarells", "pins", manzanillas y madreselvas salvajes….

Y continuando en plan poético en que se me ha envuelto el alma, debo llegar al final de aquel hombre que su vida transcurrió en nuestro puerto, que me ha dado pie a poder escribir tantísimas cosas hermosas, he de añadir algo que a buen seguro debí escribir en semanas anteriores y que no hice, sencillamente porque se me pasó por alto, pero aquí va mi humilde aportación.

LA FUNDICIÓN MENORQUINA DE A. ROMÁN PARPAL
Durante la primavera de 1936, los talleres Parpal, ampliaron el negocio. Según la publicidad a la que tuve acceso decía así:

Aparceros propietarios, colonos: En la fundición menorquina, hallareis norias de riego del tipo mahonés, con un 25 por ciento de economía sobre los precios a que se han venido pagando hasta la fecha.

Ruedas sueltas de fundición terminadas que se pagaban a 525 y 550 pesetas, las construimos a 450.

Consultándonos, ahorrareis dinero. Ofertas y presupuestos gratis. Facilidades de pago, dos años de garantía.

Talleres mecánicos Parpal, lindantes con la Eléctrica Mahonesa. Protegiendo las industrias locales, contribuiréis a solucionar el problema del paro forzoso en una forma decorosa para el buen obrero que quiera trabajo… no limosnas…

Continuaba la casa Palaa, como en sus mejores tiempos, muchos continuaban recordando el lejano 1920 en que fue botada la grúa hecha por Parpal y su equipo humano, adquirida por la casa de los Cementos Lamport de Barcelona, después de haber sufrido importante reparación, la cual se realizó con gran rapidez, habiéndola cambiado todas las planchas del casco y obra muerta. Gran actividad han desplegado los Talleres Parpal, demostrando competencia y pleno conocimiento en esta clase de trabajos, lo que hace esperar que si este trabajo se ha verificado en tan poco tiempo y por el procedimiento antiguo y difícil de varadura y botadura, les espera ahora gran provecho contando con un dique como el de nuestra Base.

Al vapor grúa que fue remolcado frente a los talleres donde se le instalaron camarotes, cocinas, etc. Y además se le pintó el -dan volant- poniéndole en condiciones para salir por sus propios medios para el punto de su destino Vallcarca, Barcelona.

Nos consta que estos talleres han adquirido trepanadoras, y remachadoras eléctricas, máquinas portátiles y de gran rendimiento como también un grupo motor de accidedura eléctrica aparato de gran coste desconocido en esta isla y que muy pronto pondrán a disposición del público. Muy cordialmente felicitamos al señor Parpal y al señor Cabiró propietario y jefe de taller respectivamente de los citados renombrados talleres.

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