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Y ahora, la extraña bicefalia

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En mi artículo "El derrumbe socialista a la vuelta de la esquina" del día 17 de mayo, yo les anunciaba el más que seguro batacazo que los socialistas se iban a dar en las elecciones del 22-M, de manera que no me ha sorprendido lo más mínimo. Uno se ha hecho viejo en esto de contar habas y éstas, como pocas veces, eran habas contadas.

El PSOE ha perdido las elecciones y las ha perdido incluso en las ocho provincias andaluzas, y eso que algunos analistas "del todo a 100" llevan años vaticinando que mientras se fueran pagando las peonadas en Andalucía, jamás perderían las elecciones en esa autonomía (la ignorancia es atrevida). Han perdido Sevilla, y los comunistas incluso Córdoba. Se ha perdido para los socialistas Barcelona y Castilla la Mancha. Lo de Madrid era un viaje para el que no hacían falta alforjas.

Conviene que nos refresquemos la memoria, por eso déjenme decirles que aquí, en esta España nuestra, hubo una vez que en unas elecciones municipales, España se acostó monárquica y se levantó republicana. No es la primera vez, ni va a ser por eso la última, que les urnas manden a los que mandan a "tomar por retambufa".

Análisis aparte merece el llamativo y posiblemente preocupante hecho que Bildu, en un plis plas, desde aquel "no" del Tribunal Supremo al "sí" del Tribunal Constitucional, haya conseguido más de 1.100 concejales. Bien es verdad que el PP y el PSOE les han hecho gratuitamente el trabajo de propaganda que necesitaban y así han conseguido superarlos. Eso no es para pasar por encima sin mirarlo. Bien hará a quien corresponda hacer un estudio en profundidad, que de ahí viene luego rasgarse las vestiduras.

En Extremadura también la lista más votada ha sido la del PP, aunque posiblemente los socialistas, si consiguen que se le arrimen los votos de IU, puedan seguir gobernando esa autonomía, que será la única.

Los socialistas pueden darse ahora todos los golpes de pecho que les venga en gana, pero su derrota es rotunda, sin paliativos y además, histórica. Desde luego, tan rotunda que no admite más que la valentía y honestidad de reconocer que semejante derrota se la tienen más que merecida. Han hecho un daño irreparable a la clase obrera y no se engañen, no solamente porque les haya caído encima la más dura crisis que se recuerde, a eso hay que añadirle sus errores y el más gordo fue, teniendo todos los mecanismos a su alcance, no apercibirse del problema que se nos venía encima, y una vez que ya hasta "el tato" estaba apercibido de la crisis, ellos seguían negándola, para remachar el clavo, gestionándola tarde y pésimamente, con un presidente al que no le voy a negar el talante pero sí el más elemental talento ante el problema.

Zapatero y su gobierno están a partir de ya mismo, expuestos, con razón, a escuchar todos los días que disuelvan las cámaras y presenten elecciones generales y quien tal cosa les pida tendrá razón. El problema es para los socialistas que no tienen líder para ir al frente de unas elecciones generales. No les queda otra que convocar más pronto que tarde primarias, donde incluso les puede pasar que acaben de desangrarse en luchas interinas hasta conseguir un líder, hombre o mujer, que lo primero que deberá saber es que en las primeras elecciones que ejerza como líder lo hará para recoger lo que quede del partido socialista. Mientras esto no suceda, estamos ante una curiosísima bicefalia, con una inmensa mayoría de ayuntamientos y comunidades gobernadas por el PP por un lado, y por el otro lado un gobierno del PSOE. Algo, en verdad, verdaderamente absurdo.

Antes de las elecciones generales, al gobierno socialista le espera un sin vivir, un calvario, porque un calvario deber ser, y no otra cosa, gobernar para el pueblo, por el pueblo pero sin el pueblo, teniendo que ir a unas elecciones generales después de la rotunda derrota del domingo 22-M.

Al PP, si acaso, lo único que le ha salido mal ha sido lo de Álvarez Cascos en el Principado de Asturias. No le quisieron vaya usted a saber por qué, y ahora resulta que ha sido el más votado, aunque para ser investido presidente tenga que pactar, quizá incluso con quien fue su partido de toda la vida que luego le negó el pan y la sal.

Lo de Valencia es difícil de entender, con un Camps ahora me siento, ahora me levanto, ante quien presumiblemente tendrá un día que juzgarle. Sobre ese tema queda mucha tinta que ordenar sobre los papeles.

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