Cuando ruge la Marabunta" ("The naked jungle", 1954) fue una película que disfrutó de especiales momentos de gloria en su época por los novedosos efectos especiales que mostraba. Protagonizada por Charlton Heston y Eleonor Parker relataba la historia de una invasión de hormigas asesinas a una plantación de Sudamérica donde vivía la pareja protagonista.
Las plagas producen pánico y tienen consecuencias desastrosas. Todos tenemos en mente que, por ejemplo, las plagas de langostas pueden ser letales no sólo para las plantaciones que atacan sino por los efectos colaterales que también causan al ser humano. Y por supuesto todos conocemos las consecuencias bíblicas de las "Diez plagas de Egipto".
Pero las plagas también pueden estar protagonizadas por seres humanos. Por personas indignadas. Lo hemos visto mil veces en la historia. Todas las revoluciones están protagonizadas normalmente por una "rebelión de las masas", por "plagas humanas" descontroladas (e indignadas), por turbas dispuestas a cambiar el orden existente, a sustituir un "status quo" establecido que no les gusta.
Las turbas descontroladas producen miedo, pánico. Rompen el orden. El último ejemplo de ese pánico lo hemos visto hace unos días cuando el Parlamento catalán fue rodeado por una masa (plaga) de personas indignadas con los políticos, en este caso catalanes.
La imagen de un diputado catalán corriendo despavorido y aterrorizado por los gritos e insultos que le lanzaban unos ciudadanos al pretender entrar en el Parlament ha dado la vuelta al mundo. Sus gritos de "!Auxili, auxili¡" han puesto de manifiesto el terror que consumía a aquel diputado catalán al estar rodeado por lo que suponía una turba quasi-revolucionaria (¿recuerdos de la toma de La Bastilla, del Palacio de Invierno, etc.?). Más allá de lo censurable que pueda conllevar la particular forma de llevar a cabo esta acción de protesta, esa imagen ha dado un siniestro ejemplo de la reacción de cierto tipo de poder ante la acción de la masa: el pavor y la huída.
Si a ello añadimos la grotesca y novedosa imagen de demostración de incapacidad para mantener el orden que ha promocionado el propio Presidente catalán (llegando a su trabajo en helicóptero también por miedo) tenemos el ejemplo vivo de la desafección y lejanía de buena parte de la ciudadanía con sus políticos. Se ha vuelto a demostrar que (como en todas las revueltas) si esta ciudadanía se coordina adecuadamente puede acabar con esta clase política que en lugar de solucionar los problemas de las personas los encona con sutilezas políticas e ideológicas que están alejadas de las preocupaciones de quienes tienen problemas reales de subsistencia.
Desde el final de la guerra civil la actual generación de jóvenes será la primera que va a vivir peor que lo hicieron sus padres. En todos los sentidos. Quizás sustituyan comodidad por una ficción de mayor libertad (de comunicación, de internacionalización) pero la cadena de mejoras sociales parece ser que no podrá ser atendida de la misma forma que lo ha sido hasta ahora.
Más allá de la crisis económica también padecemos en España una tremenda crisis política agasajada y permitida por los sucesivos gobiernos de incompetentes que venimos sufriendo. La conveniencia de las Autonomías, las libertades públicas, la forma de representatividad, la usura financiera, etc. deberán de ser "revisitadas" para adecuarlas a la realidad posibilista.
La indignación (más allá de los intentos por infiltrarla con conceptos clásicos de la extrema izquierda que la alejarían de la razonable protesta original) es real y existe. La gente normal no dispone de un helicóptero para escapar de sus problemas cotidianos, de sus condiciones de vida. La casta política no debería de despreciar todos los signos de desafección que se les manda. Caso contrario lo próximo será la llegada de la "Marabunta social".
–––
Nota: Un recuerdo emocionado para Antonio Chamorro. Mis sinceras condolencias a su familia.