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Trenes que pasan

El poder de la masa

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Tras las algaradas que se produjeron en Inglaterra hubo dos tendencias para analizar sus causas: unos dijeron que fueron consecuencia de los recortes sociales y los otros señalaron que se trató de delincuencia juvenil pura y dura cuya raíz es un problema de falta de autoridad de los padres. Estos dos análisis coinciden con la visión de la izquierda y la derecha sobre unos disturbios que comenzaron en Tothenham por la muerte de un joven a manos de la policía pero se extendieron posteriormente en varias ciudades y derivaron en saqueos a tiendas de marca y en vandalismo de la peor especie.

Los primeros se inclinan por una solución asistencial mientras los segundos abogan por medios policiales y judiciales. Es posible que ambas visiones del conflicto tengan un punto de razón. Las políticas macroeconómicas y los recortes de presupuesto no deben perder de vista su impacto sobre la sociedad y, en especial, sobre los más desfavorecidos. En cualquier caso, no hay que promover cosmovisiones que hagan eludir de responsabilidad a las personas sobre sus propias acciones. Ya no estamos en los tiempos de Sófocles, en los que era el destino el que gobernaba ciegamente la vida de los mortales.

Hay una tercera conclusión y es que el poder de la masa sigue llevando a los individuos a actuar de manera diferente de cómo lo harían en solitario y a sacar de ellos lo peor de sí mismos.

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