Síguenos F Y T I T R
Xerradetes de Trepucó

Al fin han regresado al cole...

Volverán a catequesis, a natación, a tenis, con Janine, al Conservatorio…

Mahón, curso escolar 2011-12. Calle de San Fernando. Viki Doncheva de camino a su colegio de Cormar - Verónica

|

Las tancas tranquilas. Los animales también. Una paz inmensa en los alrededores de Trepucó, a Dios gracias, la pesadilla de los últimos tiempos ha terminado. Los niños se acuestan temprano para levantarse de buena mañana para ir al colegio Y por las tardes un sinfín y variados quehaceres les ocupan las horas. Bendita escuela y benditos sean los maestros/as, con su paciencia acogiendo "tants de burinots".

Decir que estas cuatro líneas las escribí ayer noche, tras un suspiro al irme a dormir y dejar de escuchar el corro de las patatas, o la del barquero, las niñas bonitas no…. Todas las noches, debía dormirme con cantos y risas, pelotazos en la ventana, que no paraban, yendo y viniendo con el dichoso escondite, incluso en una ocasión la mocosa de mis vecinos se escondió bajo mi cama, menudo susto, creí que se trataba de algún "penito". Así llamaban a los presos de la Mola, al pertenecer a "Penita". Ignoro como llamarán, a los de la carretera de Sant Lluís. Es de suponer, que a los hijos del blanco pueblo fundado por los franceses, no les haría gracia los encuadraran como sant lluïsers…Con lo tranquilos que estábamos…Los de mi época, recordarán las escapadas desde el penal, la mayoría de veces sucedía en invierno escondiéndose en alguna de las casetas de San Antonio, cala Partió o alrededores. No puedo dar fecha con seguridad pero me atrevería a decir que sería en 1960 cuando hubo una fuga de cuatro individuos, tardando más de una semana en encontrarlos, lo que supuso una eternidad para las autoridades y para el pueblo también.

Los guardias civiles, anaven de bòlid, día y noche recorriendo predios y playas, hasta que un atardecer uno de los que se encontraban en el falucho del Parque de Artillería, de regreso de la Fortaleza, alertó a la tripulación de la extrañeza de ver como salía humo de una chimenea de una caseta d'aquí davant . Al subir de baixamar, el patrón señor Thomás se paró en el cuartel de la Benemérita dando parte. En nuestros días, nada tendría de extraño que alguna chimenea funcionara, pero en aquel entonces, la ladera norte después de las fiestas de la Virgen de Gracia, quedaba triste y solitaria, cerrándose las casetas de recreo hasta la Pascua de Resurrección.Como si fuera hoy, se encontraban en mi casa, en plan tertulia, Pedro Soler y Antonia, matrimonio íntimo de mi familia. Él pertenecía a la Guardia Civil. Ramos, compañero del mismo, vino a buscarlo alertándole de la noticia de los presos. Fuimos muchos los vecinos que vimos como partían desde la casa cuartel de la calle de Santa Teresa. Con sus capotes, el tricornio y una manta que jamás he vuelto a ver aquella manera de llevarla, tan peculiar, sujeta en el cuerpo. Subidos sobre sus bicicletas y el fusil a la espalda. En aquella ocasión no salieron la pareja como de costumbre, después de la denuncia y la preocupación de la escapada de los prisioneros, el temor latente en las fincas, la cosa iba en serio. Bajaron la cuesta de la Abundancia, enfilando el Andén de Levante, el de Poniente, pasando frente a ses piques que se encontraban al final del paseo de la Alameda, cruce con la subida des Frares. Haciendo lo propio con los lavaderos públicos y los almacenes de s'assaonadors, villa Sintes, es Pont de Ferro, dejando a mano derecha, el camino de la Vinyeta que conducía a la Estación Naval. Tomando la comitiva la cuesta que se dirigía a la tortuosa carretera de la Mola, cruzándose con infinidad de conejos, en aquel tiempo los había a cascarrells. (Hoy no puedo, en otra ocasión ya les explicaré la cantidad de arroces que comí de conejos suicidas que se atolondraban con la escuálida y débil lamparita de la bici de Pedro).Me quedó grabada en mi memoria de adolescente, lo acaecido aquella noche. Salió un temporal de valga'm Déu. Mis padres pensando en el amigo no podían conciliar el sueño y al escuchar la tormenta Gori se levantó como en otras ocasiones, bajando al puerto, comprobando las amarras de las motoras y embarcaciones militares.

Al día siguiente, nada se sabía ni de los guardias, ni de los "penitos", fue al atardecer que Antonia nos explicó que había sido una aprensión difícil. Si bien ellos se desplazaron con sus máquinas, el capitán, sargento i no sé qui més con el chófer del jeep de la Benemérita, también estuvieron presentes.

En la madrugada uno de los "penitos", salió de la caseta para ir a fer ses feines, encontrándose con los civiles. El resto ya se lo pueden figurar.

Y vuelvo con el tema inicial, la vuelta al colegio, deseosa de comentar que al fin y al cabo la cosa no ha cambiado tanto. Tal como decían esta mañana en la tienda de na Cadireta Coixa, todo sigue igual, unos estudian, otros hacen el vago. Llamándome la atención, de lo que iba aportando Julia, una mujer que hubiera valido para el estudio y, al haber nacido en una casa muy humilde, lo suyo fue el trabajo duro, yendo y viniendo por infinidad de casas haciendo limpiezas a fondo. Su relato fue tan interesante, que lo anoté para ustedes. Mediten, por favor, han pasado sesenta años de aquel ayer, pero algo no cambió, y difícil será se enmiende.

Ahora los niños van muy bien aseados (pero continúan los piojos).Bien alimentados (antes comían mejor, ni bollería, ni porquerías, todo hecho en casa).Lucen mochilas y carros (antes con un libro aprendían todas las asignaturas).

Una maleta y un cajón con su pluma, en contraste con el actual despilfarro de cuadernos, dossiers, plumiers, elementos estrafalarios).

En el interior de la mochila, una especie de plumier para el desayuno (Nuestra madre nos envolvía el trozo de pan en un papel de estraza) Por supuesto mas higiénico.

Anita, una de las parroquianas de primera hora, todo el tiempo iba moviendo la cabeza de derecha a izquierda, izquierda derecha, dando a entender que no estaba de acuerdo con nosotras, a lo que otra de las usuarias le preguntó: ¿Idò, ara que te passa". Sencillamente todas estas cosas que vais comentando, si bien tenéis razón a mí no me preocupan, lo que si me duele en el alma es ver como el trato en las aulas continúa tal cual antes de la dictadura d'en Paquito. ¿Qué dices?

¿Acaso habéis olvidado, el trato que nosotras recibíamos por ser hijas de obreros?

¿Acaso habéis olvidado, las alabanzas que toda la clase debía escuchar de la maestra, dirigidas a la hija del médico, notario, veterinario, teniente coronel, banquero, farmacéutico, arquitecto? recomendándonos debíamos tomar buena nota de lo estudiosa que era, la más pulcra, la mejor, etc.

¿Habéis olvidado a la niña bonita de la clase que por ser rubia, ser rica de doblers, no de cor era siempre la que quedaba de apuntadora en la pizarra, tras haber escuchado a la "seño" como la ponderaba de la única bona fieta, apuntando a troche y moche, no a las de su clase social, pero si a las otras? Aquello era una puñalada trapera para las humildes, que sin hablar se veían apuntadas en el encerado.

¿Acaso olvidasteis la época de las matanzas, que llegaban con el paquete de sobrasadas, butifarrones, equivalente a un 9. De haber lomo, chuletas… la nota se veía alterada con un 10 y un ejemplo a seguir de educada, sabionda, pulcra….

Regresé a la finca reflexionando en todo lo que se había comentado. Cuanta razón.

De camino pasé por la calle de San Fernando, con su emblemático colegio Cormar, cantidad de niños se dirigían a la escuela, contentos y felices al encontrar a sus compañeros de antaño. Entre ellos Viki Doncheva, siempre sonriente, con su mochila repleta de felicidad que le procuran su madre y su querido padrino Aloy. Viki con sus diez años recién estrenados a iniciado su 5º curso, tras un merecido descanso que ha aprovechado para jugar en la plazoleta de San Roque, mi plazoleta del alma, que hoy alberga otros niños/as, siendo observados por aquella chiquillería convertida en abuelos.

Felicidades Viki, por tu ángel de la guarda, por una madre como la tuya y este padrino que por ti, per tu donaria sa volta al món a peu.
–––
margarita.caules @gmail.com

Lo más visto