No sé si se habrán fijado ustedes, imagino que sí, a que velocidad están desapareciendo las cosas, las de siempre, las de toda la vida quiero decir. A mí que desaparezca lo nuevo me preocupa relativamente porque su desconocimiento no ha dado tiempo a que me cale a fondo, que es como deben calar las cosas. Yo siempre he estado de acuerdo en que el ser humano no se estanque, que invente y que plantee nuevas fórmulas capaces de despertar el interés general por el consumo relativo y consciente, motores de cualquier economía que se precie. Otra cosa son los experimentos a ciegas, creerse inventores de churros en una sociedad plagada de churrerías, o de la sopa de ajo que ya miles de abuelas de generaciones ancestrales habían cocinado. Las sociedades en crisis deberían cuidar mucho de sus inventos, ofrecer bueno, bonito y barato, que no es imposible cuando se está dispuesto a reducir beneficios. Nos preocupan ciertas fórmulas que se están implantando por quienes nos gobiernan, porque vemos cómo a muchos se les están reduciendo determinados horizontes. Pero es que los horizontes también están, no solo cambiando, son también de cada vez mucho más alejados y sombríos. Se nos está diciendo que nos pongamos en la parrilla de salida al volante de unos bólidos con escaso combustible y lo que es peor, sin tener puñetera idea de cómo se conducen. Si no sabemos esto, difícil va a ser llegar a la meta. Pero para esto la Administración debe ser eficiente y crear confianza, no se nos puede decir de nuevo que volvamos mañana cuando ese mañana es sombrío e incierto. Hay que resolver hoy y punto, todo lo demás es historia, mala historia.
En pocas palabras
Por arte de magia
Jesús Jusué |