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Las veletas con representaciones de ángeles

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Uno de los montajes que el hombre ha ideado para discernir con bastante exactitud la dirección del viento es la veleta. Todos sabemos cual sea su fundamental mecanismo, pero ciertamente que hay mucha variedad en la disposición que le han dado sus constructores y más aún en cuanto a la ornamentación con que muchas veces se embellecen estos artilugios.

Tenemos noticia de que ya en tiempos antiguos existieron estos instrumentos muy útiles para la navegación, la pesca y la agricultura, ya que como dice un refrán popular, "cada viento tiene su tiempo". Sabemos que había uno de estos aparatos sobre el famoso faro de Alejandría, que existió desde la época clásica hasta el siglo XIV, en que un terremoto destruyó esta torre de más de cien metros de altura. Otra veleta de la antigüedad era la de la "torre de los vientos", que existía en las costas de Grecia. Su nombre deriva de vela, plural de velum, porque el impulso le venía de una pantalla que ponía en movimiento la flecha o saeta indicadora de la dirección del viento, como también ocurría en la navegación a vela.

Puesto que era importante situar las veletas en sitios o edificios elevados, en la Edad Media no faltaban veletas en las torres de las iglesias y de los castillos. Casi no se han conservado, sin embargo, ejemplares de esta clase, porque se trata de un arte efímero o perecedero, ya que su situación, las inclemencias del tiempo y el incesante movimiento provocaban la rotura y desaparición de estos ingenios. Casi siempre lo que coronaba las torres de las iglesias era la cruz y al pie de ella se instalaba la saeta indicadora del viento con su correspondiente pantalla, que con frecuencia adoptaba la forma de una bandera, signo del triunfo de la fe, obtenido por Cristo con su muerte en la cruz.

Otra figura muy frecuente en lo alto de los templos era la de un gallo, símbolo de la vigilancia, que se podía combinar fácilmente disponiéndolo para que sirviera de veleta. En la baja Edad Media fue cuando se empezó a adornar estos artefactos con figuras de santos y principalmente de ángeles, tanto porque se les invoca como custodios de las iglesias, como también porque, debido a su condición de espíritus, se les relaciona con los vientos, fuerzas que parecen estar como desprovistas de corporeidad. San Isidoro de Sevilla en el siglo VII en su famosa obra Las Etimologías, refiriéndose a los ángeles decía: "Los pintores les ponen alas para significar su celeridad en todas las cosas, como se suele poner alas al viento para indicar su velocidad" (VII, 5, 3).

En cuanto a los ángeles representados en forma de veletas, es preciso mencionar como uno de los ejemplares más hermosos el que hay en lo alto de La Almudaina en Palma de Mallorca y que representa al Ángel protector del Reino de Mallorca, cuya fiesta se celebraba con una solemne procesión el lunes después de la Octava de Pascua, en la que un clérigo revertido con dalmática y adornado con dos alas llevaba en sus manos una maqueta simbólica del Reino Balear.

Bastantes de los ángeles de las veletas representaban a San Miguel, defensor de la fe y protector contra las tempestades y sus rayos no pocas veces mortíferos. Así aparece en la iglesia de la Vera Cruz en Salamanca, en la de San Miguel de Peñaranda de Bracamonte y otros muchos templos y capillas. En la catedral de Segovia el ángel de una veleta esta en actitud de sonar una trompeta, con la cual indica la dirección del viento. En la iglesia del Carmen de Valencia el ángel de la veleta representa a san Gabriel, el que anunció a María el misterio de la encarnación. Con su dedo índice señala la dirección del viento. El ángel de Tobías, o sea, san Rafael es el que figura en la veleta del Santísimo Salvador de El Vendrell (Tarragona). En Vilanova i la Geltrú el indicador de la dirección del viento es un artístico Ángel Custodio.

En un cuadro de Doménico de Michelino, que se conserva en la Catedral de Florencia, se representa a Dante con su poema en la mano, La Divina Comedia; está situado junto a la Montaña de los siete círculos, o sea, el Purgatorio, cuya puerta está custodiada por un ángel, sentado y con las alas de colores extendidas. Al otro lado del poeta está representada la ciudad de Florencia: sobre un pináculo de la Catedral destaca la veleta formada por la gran figura metálica del Ángel Custodio, que sostiene en sus manos una gran bandera. Guarda cierto parecido con el Ángel de la Almudaina de Mallorca, el cual lleva en la mano una cruz procesional.

En la mencionada obra inmortal, La Divina Comedia, hay muchas referencias a los ángeles. En el capítulo XX del Purgatorio Dante, que va acompañado de Virgilio, se siente atemorizado por un sobrecogedor terremoto. Pero luego, se aquieta completamente cuando escucha el canto del himno angélico: "Gloria in excelsis Deo decían todos, según comprendí por las voces que salían de los puntos cercanos, desde donde era posible oírlas. Nos quedamos inmóviles y suspensos, como los pastores que por primera vez oyeron aquel cántico, hasta que cesó el temblor, y acabó el himno".

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