La polémica ha sacudido estos días a la sociedad de Chile por la eliminación de la palabra dictadura de los libros de texto de la enseñanza básica y su sustitución por la expresión régimen militar, más general y abierta al debate, dicen las autoridades del país sudamericano, frente a las críticas de la oposición. Con unos 700 exmilitares procesados y miles de personas asesinadas, torturadas y desaparecidas, se organiza ahora una batalla léxica, pero de calado, ya que el lenguaje nunca es neutro e inocuo, y su mal uso y manipulación, sobre todo cuando se trata de la formación de las generaciones venideras, permite moldear pensamientos al antojo del poder, justificar prejuicios o perpetuar prácticas como el machismo, el racismo o la homofobia. Revisar la historia, modificarla, e incluso obviarla en algunos casos, es y ha sido, junto con la alienación de mentes en las aulas, una ambición de gobiernos de todo corte y color. La controversia chilena me hace pensar que la frase del escritor George Orwell, en su gran obra "1984", está más vigente que nunca. "Quien controla el pasado, controla el futuro, y quien controla el presente controla el pasado", o eso es lo que pretenden.
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