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El faro de San Felipe

Restos materiales de un pasado lejano

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La defensa próxima de San Felipe en 1707
En 1707, en plena Guerra de Sucesión al trono español, y ante la amenaza de una pronta invasión austracista, el gobernador felipista de infausta memoria para los menorquines, Diego Leonardo Dávila, intentó mejorar en lo posible la defensa próxima del fuerte de San Felipe, entonces en situación obsoleta y precaria. El capitán Jiménez de Mendoza, contaba como el gobernador llevó a cabo una serie de medidas:

" (...) dispuso Don. Diego Dávila se hiciese un pared de piedra seca con su banqueta, la cual cerraba el Arrabal y quitaba toda sorpresa y en esta línea se construyeron cuatro torres, cada una con tres cañones de a cuatro libras de bala. Estas torres se fabricaron de las multas que se sacaron a los disidentes y no tuvieron culpa para ser desterrados ni tener otro castigo que el de la bolsa, cuyas cantidades las puso el gobernador Dávila en poder del tesorero, de que dio cuenta a SM quien fue servido aprobar todo lo que se había ejecutado. Estas cuatro torres se llamaban, del Rey la una, la segunda del Príncipe, la tercera de la Reina y la cuarta de San Diego, colocadas todas a buena distancia una de otra pero de forma que se viesen."

Tres de dichas torres eran hexagonales y una (la llamada del Rey) cuadrada. Su construcción se pagó con las multas que se cobraron a los sublevados austracistas menorquines. Costaron en total 27.000 reales de plata.

Tres de estas torres, que los británicos habían rebautizado como "Water Tower (San Diego), New Road Tower (de la Reina) y Stanhope Tower (del Rey) fueron demolidas absolutamente junto al propio Arrabal durante la 2ª dominación británica, tras la decisión de trasladar el pueblo a Calasfonts donde surgiría Georgetown/Villa Carlos/Es Castell. La pared seca sobrevivió y contribuyó al éxito de las tropas del duque de Crillón en 1781, cuando tras sus muros pudieron construirse las baterías de sitio cubiertas de los fuegos de San Felipe. Estúpidamente, los ingleses derribaron el Arrabal para que los sitiadores no se refugiaran tras sus casas como hicieron los franceses en 1756 y dejaron la pared intacta que sirvió para lo mismo. Cuenta el duque en sus memorias que, respecto a la trinchera:

"(...) M. de Crillon, además se encontró ésta prácticamente hecha debido a las paredes de las tancas que se encontraban paralelas a los muros de la plaza y de las que M. de Crillon se aprovechó para protección de los primeros trabajos de fortificación, no teniéndolas que reforzar más que con sacos de tierra, a los cuales el muro servía de punto de apoyo, lo cual supuso desde la primera noche de nuestros trabajos, tener la más segura trinchera tras la cual el soldado no tenía que temer más que el escaso peligro (por otra parte inevitable en todo asedio) de las grandes y pequeñas bombas de los cañones pedreros.

Pues bien esta pared sigue en pie, se trata de la que limita la urbanización de Sol del Este con los terrenos del antiguo Arrabal ahora convertidos en tancas donde pasta el ganado.

Por poco que uno examina esta cerca, se da cuenta de que no es la clásica pared de tanca sino algo mucho más macizo y más trabajado, además en algunas de su partes conserva la banqueta (es decir, el escalón que permitía al tirador disparar con el mosquete apoyado en el muro y encarado), como puede apreciarse en la fotografía (3).

Las torres y la pared se encontraban aún en buen estado en 1756, año de mayor desarrollo poliorcético de San Felipe y urbanístico del Arrabal, como puede verse en el dibujo del pintor Chiesa (2).

Mi amigo -curioso y riguroso en tareas histórico/investigadoras- Alberto Martínez y yo, nos preguntamos un día que qué quedaría de todo aquello -me refiero a las mejoras de Dávila- y mira tú, nos lanzamos a una expedición, de esas nuestras tan fructíferas. Alberto enseguida descubrió cerca de Es Pouet la base de la torre de San Diego, perfectamente apreciable a vista de pájaro y aún en el suelo (1). Ésta consiste en un hexágono de 5 m. de lado y soportaba un muro de 2 m. de grosor. Por otra parte confirmamos que la pared seca que separa la carretera que circunvala la urbanización de Sol del Este de las tancas anejas, no es sino el antiguo muro defensivo.

Junto al "fuerte de Caro" del que ya hablamos en otra ocasión (Es Diari 22/02/2012), la pared seca y los restos de la torre de San Diego nos hablan de un pasado convulso en el que el puerto de Mahón jugaba un importante papel estratégico en el Mediterráneo Occidental.

Una vez más he tratado de que los paseantes de la zona de Es Pouet puedan escuchar el lenguaje de sus piedras. Un disfrute añadido a la contemplación del azul turquesa del mar embravecido en la bocana, en los días que "hi ha embat de fora a sa llosa".

La belleza en estado puro.
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