La asertividad implica autoafirmación y respeto tanto propio como ajeno; expresar nuestras opiniones e intereses, sin negar los de los demás. La persona asertiva posee tres cualidades positivas que configuran la personalidad del adulto que ha tomado las riendas de su vida: serenidad, autocontrol y acción.
Si en un extremo de una línea colocamos la pasividad (evitar decir lo que queremos, nos gusta o consideramos justo), en el otro la agresividad (expresar lo que pensamos y sentimos de forma violenta y maleducada), en el centro encontramos la asertividad. Ser asertivo significa saber pedir y saber negarse, expresándonos con cortesía y claridad. Su principio básico es: "esto me convence, me siento capaz de llevarlo adelante sin perjudicar a nadie, ¿por qué no intentarlo?" "La asertividad se manifiesta en nuestro comportamiento, cuando hablamos de forma fluida, con seguridad, sin bloqueos, cuando somos honestos, capaces de departir sobre nuestros gustos e intereses, de solicitar aclaraciones cuando las necesitamos y de aceptar errores" (Ana Isabel Saz Marín).
La asertividad es una forma de autoafirmarse. Conocer y respetar los derechos y cumplir los deberes. No dar excusas para justificar nuestro comportamiento a quienes nos critican de forma destructiva. Es el derecho a decir con naturalidad: "no lo sé", "no entiendo" o "no estoy de acuerdo", sin escondernos ni avergonzarnos. Asimismo a errar y asumir los errores, entendiendo que forman parte del ser humano. También a analizar si nos corresponde a nosotros encontrar soluciones a los problemas ajenos. "El individuo humano es el mismo en el sentido en que maneja y controla su propia vida en lugar de ser manejado y controlado por las circunstancias" (Bernabé Tierno)
Los asertivos saben que son imperfectos y que a veces se equivocan, por tal motivo, aceptan las críticas porque aprenden de ellas. Se respetan a sí mismos y a los demás. Expresan de forma directa sus sentimientos, deseos y opiniones sin amenazar o infravalorar. Tienen suficiente autoconfianza y firmeza para negarse a los requerimientos que estimen lesivos para ellos y para la sociedad. Son responsables de las consecuencias que se deriven de la expresión de sus impresiones o ideas.