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Desde Ses Vinyes

Ante la crisis, confianza y optimismo (y II)

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2. Sobre el interés general
La Constitución ha descentralizado el Estado mediante la creación de las Comunidades Autónomas, dotándolas de competencias a través de una normativa de desarrollo en los términos contemplados en los artículos 2 ("La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas"); y 143 ("En el ejercicio del derecho a la autonomía reconocido en el artículo 2 de la Constitución, las provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes, los territorios insulares y las provincias con entidad regional histórica podrán acceder a su autogobierno y constituirse en Comunidades Autónomas"); los cambios que se pretendan exigirán en muchos casos la modificación de la propia Constitución, lo que en determinados supuestos no resultará fácil, porque exige aparcar rencores entre partidos y otros sectores sociales con el objetivo final de lograr un acuerdo global que, a pesar de su coste político, cuente con el apoyo generoso de la sociedad civil, de los sindicatos y de los medios de comunicación, concentrando el esfuerzo común no sólo en superar esta crisis dramática haciendo bien las cosas a todos los niveles, individual y colectivamente, sino poniendo los medios para que una situación así no vuelva a producirse. Pero mientras tanto está la vía del artículo 155.1 de la Constitución: Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras Leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general". No es el momento de dividir ni de generar tensiones: la gravedad de lo que está ocurriendo exige en cualquier caso, por encima de intereses electorales, un compromiso entre las fuerzas políticas que permita afrontar reformas estructurales de calado y fortalezca la confianza y el optimismo de la sociedad, harta de sacrificios que no entiende pero que seguramente sean necesarios para superar los problemas que asolan al país: exceso y desconfianza en los políticos, endeudamiento del Estado, de las familias y de las empresas, desempleo, hambre, cambio demográfico, globalización, inexistencia de horizontes, incertidumbre, preocupación y tristeza.

3. Sobre el idioma
Me parece esperpéntico el espectáculo del Senado de Babel, lleno de senadores españoles acompañados de traductores para las intervenciones de aquellos en lenguas distintas al español. Si la Constitución nos impone a todos los españoles el deber de conocer el idioma, lo racional es usarlo y evitar el sobrecoste que conlleva lo contrario. Y hablo del Senado -que sería lo primero que suprimiría, radicalmente- para pasar con la misma idea a los Juzgados y Tribunales y, con matices, a las Administraciones públicas. Si me notifican una multa en euskera, tengo que pedir que la traduzcan a costa del erario público, y eso es tiempo y dinero, o sea, falta de racionalidad.

4. Sobre los municipios
Se habla continuamente de suprimir los que no sean eficientes en términos económicos, a través de su integración o de la fusión de varios, cuando eso no resolvería el problema, porque la población seguirá viviendo en sus núcleos y el municipio resultante tendrá una extensión mayor y la obligación de organizarse para dar servicio a todos los ciudadanos, porque suprimir municipios, racionalizándolos administrativamente, no puede fulminar los núcleos de población existentes ni desconocer el derecho de los ciudadanos a vivir en los mismos.

5. Sobre la administración
El volumen y la complejidad organizativa de la administración española hace muy difícil en la práctica lo que desde un punto de vista estrictamente jurídico no resultaría complejo, que es reducirla. Pero para ello habría que contar con opiniones especializadas externas, igual que si se tratara de racionalizar una multinacional, dejando la decisión final a una sola persona, al jefe del ejecutivo de turno, del Consell en el caso de Menorca, sin la intervención de altos cargos que, si de ellos dependiera, lo que harían sin duda sería pedir más personal. La administración sigue rigiéndose por pautas que parecen desconocer las nuevas tecnologías y los avances que se han producido para permitir un acercamiento y un servicio al administrado sin necesidad de multiplicar el personal y los gastos que ello representa, que es imprescindible reducir a toda costa. Hace poco salió en televisión un pueblo pequeñito de Valencia que ha conseguido gestionar casi todos los trámites por internet: económicamente han ahorrado mucho y encima los ciudadanos están encantados por la rapidez, sencillez en los trámites y ahorro de tiempo al no tener que acudir personalmente para hacer las gestiones.

6. Sobre Menorca
Por una parte, si en España -dicen- hay 300.000 políticos más que en Alemania, y el doble que en Italia y Francia, algo del exceso tocará a Menorca y hay que recortar; esto no es nuevo, lo decía Pío Baroja a finales del XIX en "El tablado de Arlequín": "Estamos dominados por la plutocracia mas absoluta". Por otra parte, he tenido la ocasión de defender hace un par de años, en este Foro, la importancia del campo para Menorca en todos los órdenes, y no solo en el económico, y la imprescindible necesidad de fomentar la payesía, y así lo sigo creyendo ante las posibilidades de crecimiento de la industria agroganadera por la mayor demanda de productos alimenticios (aumentos de población y de renta), lo que sitúa a Menorca, por su experiencia y tradición acumuladas en el sector, en un plano óptimo para su desarrollo. Pero como también nos avisaba Baroja, cuidado: "La mala hierba crece en nuestra sociedad por todas partes; aniquila e imposibilita la vida de los que quieren trabajar. El dinero nos ha hecho perder una porción de ideas, quizás falsas, pero que nos sostenían. Nos industrializamos para todo lo malo, quedamos arcaicos como antes para todo lo bueno".

Por último quiero alzar mi voz en pro de la confianza y del optimismo, en pro de unos políticos en su mayoría honrados, y en Menorca siempre amables, en mi caso, y en pro de una ciudadanía que se merece lo mejor. ¡Salud al Foro!

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