Vamos a ver, sí es de lo más normal, sí es lógico y previsible, por lo tanto no quiero demonizar al que los haga, solo reflexionar sobre el hecho de que ocurra.
En el contexto en el que nos estamos moviendo, en la situación que estamos padeciendo, en los tristes tiempos que nos está tocando vivir, podemos encontrar dos tipos de personas, a saber: los que esconden la cabeza como el avestruz y no quieren saber nada de nada, y los que se vuelven adictos a la información y viven eternamente agobiados.
Entre el que no quiere enterarse de nada, hasta que la realidad le de en los morros, y el que mira por internet, en tiempo real, la evolución de la prima de riesgo, seguro que podemos encontrar el punto medio.
Los avestruces parecen optar por beber de la fuente de la ignorancia, quieren vivir agazapados y parapetados en sus pequeñas fronteras para no sufrir, para intentar que nada les dañe. Se niegan a renunciar a sus rutinas, sus hábitos, sus consumos, sus ideas. Tuercen el gesto y responden con disgusto a todo aquel que intenten compartir con ellos argumentos de la realidad, "no me comas el coco, que bastante tengo ya con lo mío", "yo paso de todo, no me creo nada y por lo tanto no quiero saber nada", "a mí me da igual, cada uno que se busque la vida como pueda", "no seas charlas que me agobias", etc. Los avestruces solo reaccionarán cuando tengan que ir a urgencias y el servicio esté colapsado, cuando su hijo no pueda estudiar por falta de becas o encarecimiento de las tasas, cuando le bajen el sueldo de forma cruel, o le despidan sin mayores explicaciones, cuando les bajen la pensión a sus padres, o cuando les echen de sus casas. Cuando llegue ese momento, y por desgracia, en la mayoría de casos está llegando, se preguntará atónito, ¿qué me ha pasado?, ¿por qué a mí?, ¿de dónde viene todo?, cuando leí que beber era malo, ¿por qué decidí dejar de leer y no de beber?
Por el contrario el señor agobios vive permanentemente al borde el infarto, no puede vivir sin cobertura en su móvil, o sin conexión permanente a la red, es un adicto de tertulias y debates, su carácter se torna apocalíptico y depresivo, entra en una espiral con forma de agujero negro del que no puede salir, por lo tanto es incapaz de disfrutar de las pequeñas alegrías que le da la vida, que se yo, se pierde la sonrisa de su hijo, el beso de su pareja, el hecho de que la salud aguante, un baño en su playa favorita (los que vivimos en Menorca), una sobremesa con amigos, etc.
Todos tenemos momentos avestruz y momentos del señor agobios, y mientras sufrimos, o superamos, ambos estados de ánimo, los de siempre se aprovechan de nosotros amargándonos la vida sin piedad. Pues bien, queridos lectores, se sientan hoy avestruces o agobiados intenten buscar un segundo para la sonrisa, les aseguro que les fastidia sobre manera que nos riamos, no soportan que el sonido de su dinero sea tapado por el ruido de nuestras carcajadas.