El ingeniero americano Edward Murphy puede que tuviera antepasados irlandeses. El científico que allá por 1949 alumbró la ley que lleva su nombre y que se resume en "todo es susceptible de empeorar", experimentaba con muñecos humanoides atados a una silla para comprobar la resistencia a una desaceleración rápida. Mucho éxito no debió tener a la vista de la fama con la que ha pasado a la historia.
Ryanair parece inmersa en la dinámica de esa diabólica ley, por las pruebas a las que somete a sus pasajeros y porque cada día llegan nuevas informaciones que no fomentan la confianza.
Que una compañía con ese lema sea la que transporta un mayor número de pasajeros en España no tiene otra explicación que el bajo precio al que vende los billetes, excepto cuando aplica la letra pequeña, lo que sucede siempre que puede. En la estadística aparecen los nombres de un considerable número de viajeros menorquines.
El colmo para los insulares, después de tantos años de reivindicar mejores precios en transporte aéreo, es que al final podemos "casi" depender de Ryanair. Porque nuestra propia Ley de Murphy sigue el mismo camino que la compañía irlandesa. Spanair desapareció. Air Europa incluso anticipa su renuncia a la ruta con Barcelona. Vueling cancela algún vuelo por baja ocupación... Al final solo nos quedará suspirar: "Ryanair que estás en los cielos..."