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Nos queda la palabra

Dionisio Ridruejo, la memoria rescatada

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Es curioso que haya tenido que llegar la celebración del centenario del nacimiento del intelectual Dionisio Ridruejo para rescatar del injusto ostracismo en el que había sido relegado uno de los grandes olvidados de la poesía castellana contemporánea por haber militado primeramente en la Falange española y luego renegado del régimen franquista.

Su singular trayectoria, desde su inicial atracción por el fascismo hasta convertirse en uno de los adalides de la militancia antifranquista, marcó su agitada peripecia vital cuyas vicisitudes políticas dejaron en un segundo plano su faceta como ensayista y poeta, uno de los más destacados de la Generación del 36, que integran también, entre otros, Luis Rosales, Leopoldo Panero o Luis F. Vivanco.

Sus vivas inquietudes políticas de juventud le llevaron hasta la Falange española. Su compromiso con las fuerzas reaccionarias que apoyaron la sublevación militar en 1936 propició su nombramiento como director general de Propaganda del bando franquista. Sin embargo, su manifiesta actitud crítica en el seno de la Falange derivó en una serie de tensiones políticas y su posterior alistamiento, en 1941, en la División Azul con el que Ridruejo pretendía huir del ambiente nada favorable que, contra su persona y su obra, se estaba creando en los medios políticos y culturales de la dictadura.

A su regreso a España, rompió definitivamente con la Falange y con el régimen franquista y fue aislándose, progresivamente, en un reducido círculo de amistades literarias, condenado a una inevitable postergación política. Sus intentos por incorporarse de nuevo a la actividad política, ya de signo bien distinto, se vieron frustrados por la persecución de que fue objeto por los sectores más reaccionarios falangistas y su consecuente caída en desgracia. Detenido en diversas ocasiones, conoció el destierro interior. Su evolución hacia posiciones ideológicas liberales, claramente opuestas a la dictadura franquista, motivó su posterior exilio. Durante dos años vivió en París y también ejerció la docencia en diversas universidades norteamericanas.

En 1974 volvió al primer plano de la actualidad política al fundar un nuevo partido, Unión Social Demócrata Española. Pero la irrupción de las nuevas formaciones políticas que surgieron en 1975, tras el fallecimiento del general Franco y la muerte del propio Ridruejo, provocó que el proyecto se diluyera entre las nuevas opciones democráticas emergentes. Quede claro, sin embargo, que dicha metamorfosis ideológica no fue producto de una actitud camaleónica, sino fruto de un largo y serio ejercicio de reflexión.

A la sombra de su accidentada carrera política se ocultaba una intensa y vasta creación lírica y en prosa, que ha pasado sorprendentemente inadvertida, a pesar de su incuestionable valor literario. Bajo el poderoso influjo de quien fue su maestro, Antonio Machado, sus primeros poemarios ya evidencian un marcado tono intimista, una profunda indagación interior y una impecable factura de las formas clásicas en la línea que siguieron los llamados poetas garcilasistas, que nos revela el excelente sonetista que fue. Así puede comprobarse en sus poemarios iniciales "Primer libro de amor" (1939) y "Poesía en armas" (1939), este último en clara referencia al sangriento conflicto bélico. En 1944 publicó un excepcional testimonio lírico de su azarosa aventura militar vivida en la División Azul "Cuadernos de Rusia" y también "En la soledad del tiempo" en los que puede apreciarse la profunda conmoción interior que agita su espíritu, triste y desengañado. El cansancio y el vacío como temas dominantes presagian el cambio ideológico de Ridruejo. Ya en "Elegías" (1948), tras la ruptura con el franquismo, manifiesta su abierto pesimismo y una íntima amargura que aniquila su alma.

A su vuelta del exilio, siguió publicando excelentes muestras de su poética de madurez, de clara conciencia ética como puede verse en "Casi en prosa" (1972). En ellas los poemas se tornan más breves y próximos al tono coloquial, en ocasiones, de denuncia y condena.

Como prosista se nos muestra como el intelectual íntegro y coherente que fue, capaz de reconducir su vida por los derroteros que le dictaba su conciencia. En "Escrito en España" (1962) nos revela su verdadera personalidad y su gran dignidad moral.

Lamentablemente murió sin llegar a ver el final de la dictadura, objetivo por el que tanto luchó. En palabras de Paco Umbral: "Su error fue morir cuando más falta nos hacía".

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