El fisco amnistía a unos y persigue a otros hasta exprimirles el último céntimo. No descubro nada. Mientras los condenados por corrupción no devuelven al erario público ni un euro de lo que han robado, usted deberá declarar hasta la moneda que se le cayó entre los asientos del sofá. Por eso, cuando después de un intenso proceso burocrático, uno consigue obtener una beca o una ayuda, la comunicación oficial de que, finalmente, está entre los beneficiados, suena a música celestial. Supongo que eso debieron de sentir los afortunados que accedieron a las ayudas que concedía el Govern para comprar una casa. Poco se podían esperar que quedarían atrapados entre dos frentes: el dinero prometido que no llega y el que reclama, eso sí, siempre puntual en estos casos, Hacienda.
Las subvenciones en cuestión son las del Plan de Vivienda 2008-2012 al que algunas familias recurrieron para contar con un apoyo a la hora de comprar su piso, cumpliendo, es de suponer, los requisitos exigidos por el Govern, que pretendía estimular el mercado inmobiliario. El plan debía distribuir casi 1,7 millones de euros entre ciudadanos menorquines pero solo les ha traído, de momento, el problema de tener que rendir cuentas ante la Agencia Tributaria por unos ingresos que no han cobrado, pero que tendrán que adelantar a la caja común. Apuesto a que no habrá ni uno de ellos que sea amnistiado.
Si ahora no hay dinero para las ayudas, ¿acaso tiene la culpa el administrado? Verdaderamente a veces es mejor que dejen pasar el tiempo, no toquen nada y mucho menos jueguen a planificar.