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Verbos sujetos

Dejadme en paz

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Dejadme en paz. Que se muera el mundo en silencio, que se parta el cielo de un golpe y se encharque el suelo de nubes sin agua, de azul muy negro, de verde euro. Callaos todos a la vez y para siempre, que se rompan las voces contra el silencio que forman, que cada palabra quede atada a un nudo en la garganta a modo de corbata, uniforme de la trampa, trampas siguiendo las reglas, reglas escritas a leyes, leyes impidiendo justicia. Justicia que ya no necesita ser ciega, le basta con mirar a otro lado.

Dejadme en paz. Que pare el mundo de dar vueltas, que cese el negocio redondo de seguir rodando al antojo de unos pocos, jinetes de una avaricia sin riendas, con espuelas de beneficios fugaces arrasando con todo lo perdurable. Que pare ya y en seco la Tierra y nos mande despedidos la inercia al centro mismo del universo, al ombligo del infinito, al silencio más severo, al olvido ya sin nombre. Que salga del planeta uno a uno y en cadena cada error en forma humana, código genético del fracaso colectivo, ADN de una irracionalidad en espiral. Que se llene el espacio de vacío vertiendo la sobreabundante nada cosechada en este planeta, que se desperdiguen los restos de no querer, ni haber podido, como basura espacial por el cosmos, restos estériles de un éxito estrellado contra la solución impracticable.

Dejadme en paz. Que un meteorito nos convierta en petróleo que nadie explote, que nadie venda ni consuma, que nadie mate ni muera por tenerlo, que caiga encima la mala suerte y salga cruz en la moneda que nos lanzó la oportunidad de ser eficientes, de ser siempre, durase lo que durase, sin que nunca nos pareciera suficiente. Matad la mortalidad aniquilando la vida, escapemos del abismo cavando más abajo la caída.

Dejadme en paz. Que deje el mundo de inventarse laberintos sin salida, que se calle la voz en off que todo lo narra, que se alumbre la razón en off que todo lo apaga, que se desmienta la verdad en off que todo lo confunde, que se vea todo el engaño en un último estallido y se genere la noche eterna de un solo grito, aullido a una luna que ya no volverá, que nadie mira. Tirad abajo las paredes de una libertad amurallada, abrid una a una todas las salidas tapiadas, que no quede nadie dentro del problema, que el problema es pensar que fuera no hay nada. Y nada es no salir.

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