En su día propuse a mis compañeros de Ciudadanos de Menorca que nuestro concejal de la época en el Ayuntamiento de Mahón instara a la prohibición del uso del burka en nuestro municipio. La propuesta no coló pero hubiese sido interesante saber como votaban los otros partidos. Se había detectado un caso particular en la ciudad y creí positivo que nos posicionáramos localmente en contra de lo que Occidente considera un atentado evidente a la igualdad de sexos y a la dignidad humana.
El burka es una muestra de esclavitud medieval. No importa el significado semi religioso que algunos pretenden otorgarle, siempre debe primar su significado social: la esclavitud y la sumisión de la mujer ante el macho todopoderoso que le autoriza o prohíbe su forma de presentarse ante el mundo. Cada cultura tiene sus diferentes visiones de la vida y del mundo pero nunca, ninguna de ellas, puede dejar de respetar los límites del respeto a una persona humana.
Vivir en una cárcel de tela en medio de la calle es un horror por muy asumido que lo tenga una tradición cultural determinada. Aquí, en Occidente, no podemos aceptarlo y debemos ser firmes en su contra. A pesar de ello no soy partidario de forzar a aquellas culturas que lo practican. "Mind your own business". Simplemente debemos procurar que cuando vengan a nuestro mundo (porque de un mundo distinto se trata evidentemente) cumplan con las normas de convivencia que aquí nos hemos concedido. Soporto por tanto sus creencias en sus tierras pero no creo que las tengamos que aceptar aquí, en la nuestra.
Le evolución cultural de un territorio depende tanto del acto religioso como del hecho económico. La religión influye en la evolución política. Lo vemos en nuestra Europa. Hay diferencias evidentes entre los países calvinistas y los católicos. Nosotros formamos parte de la Europa católica. No somos calvinistas. La reforma no alcanzó las costas mediterráneas. Para lo bueno y para lo malo. Pero a diferencia de otras tierras donde, como decimos, lo religioso ha influenciado a la política, ciertas corrientes políticas cercanas pretenden lo contrario: que la política influya en la religión. Incluso algunos parecen querer una religión a la carta. Así, se ha sabido que ante el que parece cercano nombramiento del sucesor de Mn. Sistach, Arzobispo y Cardenal de Barcelona, los políticos catalanes en el poder han comenzado a mover sus hilos. Hace unas semanas se supo que la vicepresidenta del Gobierno de la Generalitat catalana, Joana Ortega, había viajado discretamente a Roma para tratar de influir, para presionar, a la Curia vaticana ante la evidencia de que los aires romanos actuales no son proclives a su ideología localista. Igual que aquellos islamistas que quieren controlar la vida de sus mujeres parece que aquí algunos políticos pretenden no sólo gobernar las vidas y haciendas de sus súbditos sino controlar también su espíritu. ¿Por qué me viene la imagen de Jesús en el Templo de los mercaderes? "Mi Casa será llamada casa de oración para todas las naciones" (Isaías, 56-7) … Pero vosotros habéis hecho de ella una cueva de ladrones (Jeremías, 7-11).
Nota:
- Se va acercando la fecha de la supuesta ingesta masiva de langosta en Fornells por parte de 250 invitados a una boda. ¿Se considerará eso una interesante aportación al negocio de la restauración menorquina o, por contrario, un ataque feroz de signo exterminador/depredador a la existencia equilibrada de estos crustáceos en nuestras "aguas jurisdiccionales"? ¿Cómo se posicionarán los conocidos guardianes de las esencias menorquinas? ¿A favor del negocio o a favor de los crustáceos?