Hay que ver cómo son las cosas, con motivo del cambio de armarios, me refiero a guardar la ropa de invierno, reemplazándola por la de entretiempo, me encontré con la caja que siempre permanece en el mismo lugar, las cuatro estaciones están allí en lo alto; por cierto, el 28 de este mes se cumplirán 45 años que guardan aquel vestido blanco, el de novia y todos sus complementos, el velo de tul, el azar, el tocado confeccionado en casa Badia de Barcelona, los zapatos blancos de la desaparecida zapatería Ca'n Bini Dali, del Cós de Gràcia, y como prenda principal un corsé blanco lo que ahora se conoce como body. Precioso, todo ello se conserva tal cual. Creo yo, se debe al buen cuidado, huyendo de bolsas de plástico, mucho mejor telas blancas de algodón que "cosir" a propósito, dándole un toque de primor, rematándolo con una amplia puntilla de bolillos, que compré a mi vecina Santa, una de las gitanas que sabía tanto de marketing, que era capaz de hacerte creer que te la regalaba.
Recuerdo que el vestido me quedaba como un guante, gracias al buen hacer de la corsetera que tuve la suerte de conocer: Arlina. Decir Arlina, para las jóvenes de mi época, era sinónimo de calidad, fue una suerte para nosotras que Arlina tuviera la feliz idea de abrir una tienda en Mahón, y miren por dónde, mientras iba plegando las prendas de novia, colocándole los nuevos perfumes y naftalinas, leí el diario "Menorca", quedándome con una gran tristeza, al saber que aquella mujer, Carmen Acera Íñiguez a la que siempre recordé con tanto cariño, había subido al cielo.
Me senté sobre la cama y desplegué mis recuerdos hacia aquel lejano Mahón, el del paseo rodado, Ravaleta, calle Nueva, a veces cuesta de la Plaza, hacia el mostrador de Casa Alejandra y vuelta a bajar. Los que ya eran novios formales, se desmarcaban hacia la Raval, Moreras, casa Fortuny de Camí des Castell, que los fines de semana preparaban un gran escaparate, con hermosos tejidos, siempre disponían de las últimas novedades.
Me sitúo a mediados de mil novecientos sesenta. Mahón, pueblerino, con sus normas establecidas. Las mujeres usando la ropa y calzado de diario, dejando los nuevos para los domingos y fiestas de guardar. También los sábados al atardecer se permitía "mudar-se".
Después de haberse lavado cambiándose la ropa interior. "Ben netes i aclarides".
Ahí quería llegar, y no sabía como abordar el tema. Hablar de los sujetadores.
Los que saben de moda, estarán de acuerdo en que una de las bases para que un vestido, blusa, americana etc., "caigui bé" lo fundamental es que el cuerpo vaya bien armado, y que mejor arma que un buen corsé, con el tiempo han dado paso a los sujetadores, mas cómodos, mas fáciles de llevar.
Y miren por donde, en aquel Mahón que daba la sensación de que disponíamos de todo, que no faltaba de nada, nos habíamos quedado algo rezagados. Que nadie se ofenda, pero esta es la pura verdad. El tiempo nos lo ha demostrado. Un buen día corrió la voz de que en la calle del Rosario, "quasi devant a ca'n Francu" se había establecido una señora catalana con un negocio de ropa interior. Un fracaso, auguró alguien derrotista. Un "disbarat", añadió otra, mientras se escuchaba una tercera comentar , "aquesta no farà res, tot està fet". Hoy puedo escribir que estas tres señoras y cuantas pensaban como ellas se equivocaban " i d'un bon pas". El tiempo les demostró cuan equivocadas estaban.
Cierto que en nuestra ciudad, se encontraban mercerías, pero no de las características de la nueva tienda, y mucho menos una corsetera.
Si hay que ser sinceros, aquella era una ropa íntima sin ningún encanto, más bien fea. Me refiero a la que se despachaba en las tiendas de nuestra ciudad que se habían quedado obsoletas.
No había encajes, o eran muy básicos, la fibra elástica natural de caucho se ensuciaba con el sudor y se llegaba a descomponer en el lavado, los cierres de hierro se oxidaban y se descosían. Es lógico que las mujeres no desearan ser vistas. Por esto, los sujetadores de Arlina, fueron tan bien recibidos, disponían de diseño, confeccionados con tules, sedas, bordados suizos, cintas de satén, muy bien acabados, una hermosura.
Antes de continuar, añadir que en aquellas mercerías de nuestra ciudad, no tan solo se dedicaban a la ropa interior o "de davall", en las mismas se encontraban mil cosas más, boatas, botones, cremalleras, broches, cintas, lazos, plomos (los que se forraban y se cosían en los bajos de vestidos, chaquetas, blusas), hilos de coser, de bordar, tizas para marcar las telas, agujas de todas clases, para coser, " de cap", imperdibles, "agulles per cosir llana", huevos para zurzir calcetines, y un largo etcétera. ¿Se imaginan todo esto mezclado con la ropa que debía ser considerada como sexual, por muy anciana que fuera su usuaria, también debía ser un placer el contemplarse ¿o no?
Mientras que Arlina, como se llamaba el nuevo comercio, tan solo disponía de sujetadores, bragas, fajas, con la particularidad que la señora que llevaba el negocio era una reconocida corsetera, conocedora del oficio, que sabía adecuar la prenda a su clienta. Algo fundamental que se agradecía.
Tan solo hará tres o cuatro años supe que aquellas preciosidades tan bien hechas de tejidos "mai vists", presentadas en cajas parecidas a las de los zapatos, en lo alto entre flores se podía leer RISK, sinónimo de Andrés Sardà, el considerado rey de la lencería de lujo. En aquellos momentos, quien lo iba a decir, pero a la vez se notaba algo diferente a lo que no estábamos acostumbradas.
Fue la primera tienda que ofreció el conjunto de bragas y sujetador a juego. Al llegar el verano su mostrador se vistió de bañadores de la misma línea, un encanto, si bien los Jatzen fabricados por Emilio Orfila "des Quatre Vents d'Alcalfar" habían alcanzado un paso primordial en la moda de baño, Andrés Sardà los superó.
Curiosamente en mi archivo figura en la calle del Rosario número 11 de nuestra ciudad La Barcelonesa, taller de corsetería a cargo de doña María Rodamilans de Gassò (empresaria muy importante de nuestro Teatro Principal) el comunicado dice así:
"Esta industrial ha tenido establecimiento abierto del mismo ramo y con el mismo nombre, durante diez años en la capital de Lérida, habiendo adquirido sus primeros conocimientos en uno de los principales talleres de Barcelona. Y tiene el gusto de ofrecer sus servicios a las distinguidas señoras de esta ciudad de Mahón, en todo cuanto se refiere al ramo de corsetería y sus similares, comprometiéndose a confeccionar toda clase de encargos así como verificar las composturas que se le encomienden. Los trabajos de confección serán ejecutados con la perfección que actualmente rige en este importante ramo, adaptándose al estilo más moderno, de acuerdo con las prescripciones más higiénicas".
"Corsés a medida para señoras desde tres pesetas uno. Se pasa a domicilio, previo aviso, si así se desea. Precios económicos". Corría el año 1900.
Debo finalizar este escrito, pero no sin antes mandar a la familia de mi querida Carmen, "al cel sia", mi más sentido dolor. A su esposo, hijos, nietos, a todos ellos apoyarles en estos momentos, decirles que su esposa, madre y abuela significó mucho para las que hoy " ja som àvies" y que jamás podremos olvidarla.
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margarita.caules@gemail.com