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No todo es solidaridad

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Es verdad que ante una catástrofe los españoles tenemos una bien ganada fama de solidarios. Por eso precisamente, me cuesta más entender como luego individualmente en esa soledad de cuando nadie nos ve, hacemos cosas poco o nada solidarias. Fíjense en el siguiente dato: este verano por el que aún transitan anárquicos los fuertes calores de agosto, hemos abandonado en España 300.000 animales, perros, gatos y ahora también burros, mulos y caballos. Sólo en la provincia de Madrid, los ecologistas, las perreras de acogida con el apoyo logístico de asociaciones proteccionistas y el SEPRONA, calculan que unos 10.000 animales han sido abandonados.

Abandonar a un animal supone para él un trauma descomunal. En el caso de perros o gatos, como mal menor, es sentenciarlos al silvestrismo para el que no están adaptados, causando por ello, estragos colaterales como carnívoros que son en la fauna de nuestros campos. Eso o a una larga agonía hasta morir de hambre y sed, abundando los casos de animales abandonados que vagan sin rumbo por la carretera, ocasionando no pocos accidentes de tráfico. En algunos casos con dramáticas consecuencias.

Como ejemplo puntual fíjense lo que hacen con los galgos. Se necesita mucha insolidaridad y unos bajos instintos que da miedo, para cogerlos y ahorcarlos de un árbol, porqué según dicen se han "ensuciado" (se dice cuando el galgo recorta la liebre facilitándole así la captura, en vez de correr tras ella y capturarla por agotamiento).

No sé en Menorca como está el asunto al que ahora me referiré, pero aquí en la Península, doblan los conductores que no indican a quien va detrás que van a efectuar un cambio de dirección a los que sí cumplen con esta norma de obligado cumplimiento de tráfico. Ese incivismo, esa anarquía en la conducción, no es otra cosa que una muestra de insolidaridad vial.

Los que por motivos ruines más banales que otra cosa, para ganar unos pastos para su ganado, los que por una rencilla personal, quizá porque no le han dejado cazar, recoger unas setas o un manojo de espárragos, no les importa nada la riqueza común del monte, y le pegan fuego por dos o tres sitios a la vez. Su insolidaridad, aparte de los bienes materiales, acaba con algunas vidas a lo largo de tanto incendio intencionado todos los años. De momento nuestras autoridades no han dado aún con leyes coactivas para erradicar esta lacra.

A propósito, las leyes a veces tampoco son precisamente solidarias. Hay ladrones a los que la Policía ha detenido un centenar de veces, y asombrosamente siguen en la calle robando ¿qué solidaridad tiene la ley con las víctimas? Ninguna, absolutamente ninguna. Ah! Y no se le ocurra "calzarle" cuatro tortas si atrapa usted a uno de estos individuos/as mientras le estaba robando la cartera. Sepa que puede ser usted denunciado, y si es mujer, no le digo na, denunciado por pegar a una mujer, y si es extranjera, aparecerá la figura del racismo, la xenofobia, el desprecio de sexo y ya verá entonces, lo insolidaria que puede llegar a ser la ley, cuando además de ser robado, tenga que pagar las costas de un juicio, que casi con seguridad perderá, mientras el chorizo o choriza, está metiendo la mano en un bolsillo para robar otra cartera.

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