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La mirada menorquina de Max Cahner

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Nombrado por sorpresa conseller de Cultura i Mitjans de Comunicació del primer gobierno de la Generalitat presidido por Jordi Pujol (1980), Max Cahner i Garcia (Bad Godesberg, Renania, 1936) fue quien convenció a la menorquina Aina Moll, hija del filólogo Francesc de B. Moll, para que aceptara desempeñar la dirección general de Política Lingüística. Con la muerte de este polifacético home de combat -editor, político, promotor cultural e historiador de la literatura- desaparece una figura clave para la reconstrucción de la cultura catalana durante el franquismo y la larga Transición, como ha escrito Vicenç Villatoro.

Acierta Villatoro -que accedió a la dirección del diario Avui de la mano de Cahner- al calificar de «último noucentista» a este doctor en Filosofía y Letras que colaboró con Joan Coromines en el Diccionari etimològic i complementari de la llengua catalana. En la rica trayectoria editorial de Cahner sobresalen los hitos, compartidos con Ramon Bastardes, de la nueva época de Serra d'Or (1955) y la creación de Edicions 62 (1961), que dirigió hasta el 1969. Posteriormente fundó Curial Edicions Catalanes.

Entusiasta impulsor de la Gran Enciclopèdia Catalana -cuya quiebra provocó la ruina de su padre-, el Congrés de Cultura Catalana y el Club Ramon Muntaner (1979), Max Cahner siguió con atención las iniciativas y los movimientos de Menorca. Y con una lúcida visión menorquina, se preocupó para que en todas las publicaciones que editaba se incluyen contenidos sobre la historia, la geografía y la política de la Isla.

El día de Sant Jordi de 1962 publicó Nosaltres els valencians, de Joan Fuster, el primer libro de Edicions 62. 40 años después, más de 4.000 títulos y casi 40 millones de libros publicados. Pero nunca logró ver redactado Nosaltres els menorquins.

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