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Ad Libitum

Tartufos todos...

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Como saben mis diez y siete lectores, Tartufo es el protagonista de la acidulada comedia que lleva su título, obra de Molière, y cuya idiosincrasia de taimado impostor le ha valido ser el máximo paradigma literario de la hipocresía, esa que se perfuma con agua bendita...

Su nombre me ha sobrevenido al leer las noticias sobre las escuchas ilegales perpetradas por USA, y, por derivación ( aunque no viene del todo al caso, intelligenti pauca) unos versos que recordaba de la obra, versos que, casualmente, vienen en Internet. Tartufo, que es lo que en España llamábamos «un beato falso», le dice a madame Pernelle: «Couvrez ce sein que ne saurais-je voir...» La traducción sobra...

Sí, USA ha espiado todo lo que, desde su punto de vista, le concierne, que, después del 11-M, ( otro imborrable Peal-Harbour) es todo el mundo mundial. Y el mundo ha escenificado un gorigori de ladino llanto. Y aquí encaja Tartufo: todos los países espiados, todos, harían lo mismo si pudieran: hoy más que ayer pero menos que mañana, la información es poder.

Cree alguien que acaso no lo están haciendo, a escala de sus posibilidades, Rusia, UK, China, Japón, etc., y, last but not least, el sacrosanto Israel, el país elegido personalmente por Dios, del cual podría decirse que su servicio de Inteligencia, el Mosad, subsumido dentro del ejército y con sus mismos hábitos sanguinarios, es la columna en que se asienta su existencia.

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