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La Constitución y Mandela

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El 35 aniversario de la Constitución Española no es un mal momento para hacer un balance de todo lo vivido, ayer, recordamos el día en que una mayoría abrumadora de ciudadanos, votó en masa a favor de una constitución que nos unió a todos. Así se puso fin a un largo enfrentamiento entre dos Españas, una lucha que había dividido a familias, pueblos, generaciones, y que gracias al compromiso y consenso de todos, estableció unas nuevas reglas de juego basadas en la convivencia y el respeto.

Transcurridos todos estos años, nos encontramos que hay una parte, representada por algunos partidos políticos, que tiene la intención de cambiar la Constitución de 1978. Reformar la Constitución es algo posible, de la misma manera que las leyes van quedado desactualizadas con el paso de los años, no es algo imposible, ahora bien, debemos analizar y realizar estas modificaciones con un profundo estudio, además de la imprescindible necesidad de que exista consenso y resolviendo los verdaderos problemas, no creando más o cambiándoles el nombre.

2 Federalismo, parece ser que es la opción que defiende algún partido político para resolver los problemas actuales, ¿pero qué tipo de federalismo están sugiriendo?, ¿asimétrico, simétrico, confederal? está muy bien tener ideas para intentar hacer frente a los problemas actuales, pero detrás de esa idea debe haber un fondo, un gran desarrollo, porque sinceramente, lo único que le han vendido a la sociedad española, es que el federalismo lo cambiará y solucionará todo. La realidad en cambio nos dice otra cosa, ya que un estado autonómico puede estar más descentralizado que un estado federal, el hecho es que cambiar Estado Autonómico por Estado Federal, solo es un cambio de nombre, teniendo el mismo problema.

Ayer, conmemorado la Constitución, fallecía uno de los ejemplos más claros de que se pueden solucionar los problemas más graves, Nelson Mandela, un hombre capaza de dejar atrás la rabia que sentía por todo lo que había vivido junto a su familia y su pueblo. Esconder ese sentimiento de venganza, para conseguir un objetivo mayor, que eran los intereses de su propio país. Entendió que no iba a lograr la ansiada democracia si iba por el camino de la venganza.

No era un santo, así lo explicaba en sus discursos, conferencias o en los recientes libros autobiográficos que han salido durante los últimos años. Pero siempre trató con respeto, cortesía y amabilidad a los que tenía al lado. Lo hacía porque esos eran sus principios, priorizando la generosidad y perdón, para conseguir la democracia y paz con la que había soñado durante los 27 años que estuvo encarcelado.

(*) Politóglogo y vicesecretario de Organización del PP Menorca.

Twitter: @CristobalMP

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