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Con derecho a réplica

Ocho casas en venta

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Mi calle tiene 136 números. Mi calle es de casas de planta baja sin edificios altos. Mi calle está en un pueblo que fue muy rico y muy próspero, de esos pueblos que se ponía como ejemplo de altísimas medias de renta per cápita. En mi pueblo, durante años, era casi imposible comprar porque casi nada había en venta y por todo pedían un potosí, sin embargo ahora, solo en mi calle, hay ocho casas en venta.

Si lo miramos porcentualmente no parece gran cosa, las ocho casas en venta representan un 10,88% del total, pero la calle donde vivo no está en Marina d´Or ciudad de vacaciones, ni en la parte nueva de Seseña, obra del ínclito constructor conocido como el Pocero, ni en ninguna otra urbanización fantasma de las que ha crecido en este país a golpe de ladrillo y especulación, mi calle, como he dicho, es de pueblo.

Pero es que además mi pueblo no está en alguna llanura inhóspita de La Mancha, dicho con todo el cariño a la tierra de el Quijote, ni en algún barrio periférico de una gran ciudad, mi pueblo está en el Mediterráneo, mi pueblo es de Isla, y cuando hablas de Menorca por ahí fuera se piensan que todos somos ricos y nos pasamos el día en el porche de nuestras casas tocando la guitarra y cantando habaneras, o en nuestras barcas pescando, porque obviamente todos tenemos casas con porche, y todos tenemos barca, ni se les pasa por la cabeza que haya un menorquín pobre, tal vez esa ignorancia, que comparten los que manejan el timón, nos tiene condenados al olvido en nuestros problemas.

Volviendo a mi calle y mirando en una de las casas en venta hay un cartel donde se puede leer : «Se vende o se alquila», viendo el estado de la fachada y pensando en situaciones demasiado comunes el cartel parece quedarse corto y apuntar a algo así como: «Se vende o se alquila o se regala o lo que sea con tal de quitarme este marrón de encima porque se cae a trozos, y no tengo dinero ni para mantenerla ni para habitarla, así que si a alguien con dinero se le ocurre algo que me avise».

Otra tiene más de cinco carteles de diferentes inmobiliarias, en una especie de grito desesperado que parece clamar: ¡Quiero vender, quiero vender como sea, por favor que alguien la compre ya! Una de las más grandes tiene el cartel de un banco y un llamativo «oportunidad» en letras rojas, y aunque igual la historia es otra, uno se imagina que donde el banco pone oportunidad lo que realmente está diciendo es: construye tu casa, tu ilusión y tu futuro sobre las cenizas de alguien que también lo intentó, pero al que nosotros ahogamos por el camino y le robamos su sueño por una pasta gansa, pero ahora queremos sacarte los euros a ti diciéndote que esto es un chollo, compra no seas tonto, el otro vivió por encima de sus posibilidades pero eso nunca te pasara a ti, ¿ a qué no ?.Malditos bancos y malditos sus chanchullos, lo digo sin ira pero con todas las letras.2 Y la conclusión, queridos lectores, es que parte de la calle donde vivo está en venta, como gran parte del país está en venta, porque unos tíos muy espabilados ha decidido ganar mucho dinero de forma obscena a costa del sufrimiento de muchísimas personas. Y tal vez detrás de las casas se venda también la dignidad. Cuando alguien empieza a vender su dignidad, ¿qué precio le pone?, quizás la respuesta es que nuestra dignidad vale lo que el hambre de nuestros hijos. Y para no acabar todo tan negro, y para hacer honor a la verdad, les debo decir que en mi calle, además de ocho casas en venta, hay una que se está restaurando, ojala signifique algo.

conderechoareplicamenorca@gmail.com

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