Siempre me digo que para hacer las cosas mal, a medias, con desorden me quedo en casa, o me pido la baja o me despido. Es una forma de hablar directa y entendible cuando se habla de salud. María José Silva me ha tocado el corazón. Me ha preocupado. Me ha sensibilizado. Una lucha durante once meses y siempre derivándola a un médico distinto. Si sangra vaginalmente repetidas veces ¡no es preocupante! En un supuesto, aunque fuera la mujer más pesada de urgencias, se la tiene que tomar en consideración. Somos personas, y cualquier caso debe ser interesante para resolver, dar solución, diagnosticar. Es cuestión de hacer las cosas bien hechas, de consultar, de investigar, en fin de mostrar interés. Un hospital como el Mateu Orfila debería de tener equipos de profesionales de bandera, no digo que no los haya pero a mis oídos llegan siempre calamidades. Entre ellas me pongo por ejemplo -hará unos años- entré por urgencias por unas dolencias y en la primera entrevista con el médico le dije que era alérgica a los AINES -siglas internacionales- que entre el mundo sanitario se sabe que no se tolera el ibuprofeno. Pues salgo con receta de ibuprofeno. No llego a entender por qué no se muestra interés en las profesiones. Por qué no hay implicación. Es como el que va a centros donde trabajan funcionarios, tienen la obligación de atenderte bien, como el camarero, el banquero… personas que se deben a un público. Solo puedo dar la enhorabuena dentro de mi impotencia al enamorado Miquel Gomila. Por ser un luchador incansable, por amar a la joven chilena de 31 años y creerla. Tanto, que estudió su caso a fondo sin ser de la profesión sanitaria. California, Londres, no hay fronteras para Gomila ni papeles, hasta se casó por amor sabiendo que la perdía. Eso sí que es hacer las cosas bien. Eso sí que es luchar por una paciente. Porque recuerdo que para la medicina somos cuerpos/personas y prefiero tener un Doctor House antipático a más no poder pero loco por saber que esconden sus pacientes en su interior, en sus órganos, en sus entrañas. Hacer las cosas bien es no mirar el reloj para ir a descansar a tu casa. Hacer las cosas bien es poder dormir bien sabiendo que hiciste todo lo que estaba en tu mano.