Cuando observas un tema desde la lejanía ocurre que el objeto en cuestión puede difuminarse hasta el punto de no entender bien el significado o quedar como un ignorante. Porque este es un mal vicio que impera en Menorca, el xerrar boig o sense saber acostumbra a dejarnos en ridículo porque hablamos de oídas, sobre lo que nos cuentan sin que comprobemos la veracidad o la autenticidad de lo que nos explican y por lo tanto metemos la pata o pixam fora de test. Como prefieras. Hablo de la polémica del boxeo y de las, cuanto menos, inoportunas declaraciones de EM-EU que tildan este deporte de «violento», «barbarie» y «salvajismo más absoluto».
Qué dos personas se peguen sin sentido en mitad de una calle o de un bar es un espectáculo banal, desagradable y barriobajero. Como algunas intervenciones o comportamientos políticos de uno u otro color que parecen más propias del patio del colegio. Aunque vayas de pro por la vida. La diferencia es que en el boxeo son dos púgiles los que suben al cuadrilátero, dos personas que antes del ring inicial han dedicado horas incontables a entrenar y prepararse para estar a la altura de su rival. Antes que nada, por respeto a la persona que tiene en frente.
A este deporte, como a muchos otros que se alejan del fútbol el baloncesto o el tenis, por citar a los más glamurosos, acostumbra a criticarlo el ojo inexperto. Si el boxeo o cualquier disciplina de contacto es solamente puñetazos y violencia, los sueños solo son papel mojado. Al boxeo lo acompaña la mala fama, no lo niego, pero también un sin fin de historias de superación y de trabajo que son sencillamente encomiables.
Lo que realmente me impresiona no es cuando uno de los luchadores es capaz de noquear a otro, sino la capacidad que tiene el que está en el suelo de reponerse de todos los golpes, encontrar fuerzas en donde pensaba que no las había y plantar cara de nuevo al rival. Rocky Balboa, en su última película, dice «no importa lo fuerte que golpeas sino lo fuerte que pueden golpearte y lo aguantas mientras avanzas». Una metáfora perfectamente aplicable a la vida.
He visto acciones en el fútbol más bárbaras, desleales y salvajes que un ring de boxeo y nadie ha clamado por ello. Pero bueno, solo soy uno más de estos que xerren boig, sin saber lo que dicen. Otro adversario más que tienen que superar los boxeadores y las boxeadoras. Porque lo creas o no, amigo lector, el auténtico rival violento está muchas veces fuera del cuadrilátero.
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