Llegaba el buen tiempo y las playas empezaban a verse concurridas. Por las mañanas se oía la melodía aguda del caramillo tocado por un niño avispado que anunciaba las fiestas de Sant Joan. En los atardeceres plácidos de comienzos de junio salían a cabalgar jinetes sobre caballos negros y briosos, acostumbrándose a las calles de la ciudad, y ya no cabía duda de que se ve, se siente, Sant Joan está presente. Pero ahora los signos se multiplican; aparecen abanicos con motivos de las fiestas, se montan exposiciones con cuadros interpretativos de la gran ocasión, incluso se publican libros como el de Joan López, titulado «Caragols dels Jorns», aunque en ese caso las fiestas de Ciutadella parecen más una excusa literaria que un motivo puramente folclórico.
Poemes santjoaners, con ilustraciones de Mercè Orleans, desdibujadas en la fantasía, que pueden constituir toda una fiesta literaria. Joan López se define a sí mismo como un poeta menor, pero no creo que sea una definición exacta, ni siquiera justa. Le conozco desde hace muchos años y sé que ha antepuesto con humildad el servicio al país, a la lengua, la dignidad personal y el amor a la literatura en general a todo lo que escribe. He visto por ahí que la gente suele felicitar a la gente por ser como es: felicidades pues. Y enhorabuena por el libro. Tengo un yerno muy optimista que dice que publicar es fácil, pero no lo es en absoluto: publicar un libro en estos tiempos es muy difícil. Un libro con la precisión técnica de la buena poesía, la que suena natural por muy exacta que sea, por muy trabajada. Un libro cargado de imágenes sugestivas, a veces tan irreales como las rondalles y fábulas de la isla; con brujas y supersticiones evocadas mediante una prosa inteligente y no menos poética que algunos de los versos de estos días en espiral o caragols dels jorns por donde los caballos de la fiesta podrían trepar hacia el cielo azul. Un libro que además del poeta sincero, auténtico en lo que dice, deja entrever el lingüista que sigue el rastro de las palabras desde el latín al inglés hasta el habla popular y además ama las fiestas con un dolor tan desesperado y salvaje como mítico. No puede ser un libro folclórico porque es poesía del payés, del caballero, del noble, del plebeyo, de la luna redonda, del sol deslumbrante, de la tierra pobra, bruta, trista, dissortada, ilusa, mágica, feliz, olvidada, ilustre, clerical, asolada por distintas civilizaciones, la muy noble y leal que algunos llaman patria.