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Con derecho a réplica

Si no sobra paella, Toni se enfada

Era a mediados de agosto. La carretera general estaba a reventar de coches. El tráfico más que lento era exasperante. ¡Malditas dos semanitas de agosto!

Era a mediados de agosto. La carretera general estaba a reventar de coches. El tráfico más que lento era exasperante. ¡Malditas dos semanitas de agosto!, esos catorce días de trafico espeso bien se merecen un desdoblamiento de la carretera, ¡qué digo!, lo que haría falta es un triplicamiento de la carretera más una circunvalación a la isla aprovechando el Cami de cavalls, más la apertura de un segundo aeropuerto en Ciutadella, más un helipuerto en Alaior, más una base de submarinos en Fornells y una lanzadera espacial en Monte Toro. Esa Menorca guapa, reserva de la biosfera y talayótica excelsa, quizás un día se hunda bajo el peso del cemento…perdón, quise decir del progreso. Menudo calentón estival, volvamos al relato.

Pues eso, que era a mediados de agosto cuando Lucas y Laura se dirigían a casa de Toni. Su coche estaba parado a la altura de la Penya de s'Indio en Es Mercadal, esa roca con perfil de jefe sioux que Lucas nunca conseguía ver cuando veraneaba de pequeño en la Isla, y que un día en una retención parecida a la que había ahora consiguió verlo con claridad. A partir de entonces por rápido que fuera en coche y aunque solo la divisara un segundo veía con nitidez la cara del piel roja. Muchas veces en la vida lo más fácil se nos antoja imposible, pero una vez que lo conseguimos nos machacamos pensando en cómo pudimos ser tan cortos para no verlo antes, quizás sea solo cuestión de frenar un poco y fijarse.

La cabeza de Lucas esos días estaba como la costa sur, revuelta y llena de medusas, menos mal que la compañía de Laura, más pragmática y menos retorcida, le ayudaba a centrarse para no parecer un sociópata en pleno brote.

Se conocían desde hace diez años. Y podríamos decir que su primer encuentro fue en por ejemplo en Cala Pilar, y podríamos decir que él leía un libro bajo una sombrilla y ella salió del agua desnuda y bronceada, y podíamos continuar afirmando que a ella no le funcionaba el mechero y que se acercó a él para pedirle fuego, y podríamos escribir que ella se enamoró de su torpeza para encadenar dos palabras y él se enamoró de sus grandes ojos color de almendra...

Podríamos escribir todo eso, pero nos quedaría como una empalagosa novela rosa muy mala, porque no tenemos el talento de Corín Tellado. Así que diremos simplemente que se conocieron hace diez años en la sala de espera de un dentista de Badajoz. Si algunos de ustedes, queridos lectores, siente curiosidad de porque se encontraban ambos en la consulta de un dentista pacense, que escriba al email que cierra el artículo y por un módico precio le enviaré el texto explicativo personalizado, disculpen el atrevimiento, pero los articulistas cobramos muy poco y mis niños comen mucho.

Diez años de relación y diez años veraneando en Menorca. Diez años reservando el mismo apartamento en Cala Blanca y diez años reservando mesa en el mismo restaurante para comer caldereta de langosta. Diez años haciendo el amor después de saborear una pomada granizada. Diez años yendo a casa de su amigo Toni, que desde donde ellos se alojan parece situada en el quinto pino porque tienen que atravesar toda la isla. Diez años sabiendo que Toni siempre echa arroz de más a la paella porque le gusta llevarse un taper al día siguiente al trabajo. Diez años de amor y amistad, rutinaria si quieren, pero en Menorca, donde la rutina es otra cosa. El coche se puso de nuevo en marcha, Lucas miro a Laura y se le fueron las medusas de la cabeza. Feliz verano.

conderechoareplica@gmail.com

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