El fenómeno de la sobretitulación y las dificultades que eso supone para encontrar trabajo en Menorca alcanza una dimensión preocupante. Los datos sobre contratación laboral extraídos del Instituto Balear de Estadística no dejan lugar a dudas: cuánto mayor es tu preparación académica menos son las posibilidades que tienes de encontrar empleo. Esto llega hasta el punto de que algunos especialistas en recursos humanos recomiendan abiertamente ocultar en el curriculum vitae determinados conocimientos, títulos o cursos académicos que, con mucho esfuerzo e inversión económica se han conseguido, pero que si se lucen restan, más que suman, oportunidades. Bastante triste pero es así, y más cuando cursar una formación superior en la isla es mucho más gravoso que en el territorio peninsular.
Si a las familias ya les resulta penoso, cuesta poco imaginar la frustración que deben sentir muchos jóvenes titulados que se encuentran en una tierra yerma en salidas para sus estudios, en la que solo un 5,6 por ciento de los contratos firmados en lo que va de año han sido para universitarios.
Una realidad tozuda, la de un mercado laboral cuyas diez profesiones más demandadas no requieren estudios superiores, y vaya por delante todo el respeto que me merece cualquier ocupación profesional. ¿Es esta situación únicamente consecuencia del condicionante geográfico, de lo reducido del territorio? ¿Está relacionada con el modelo y la industria en la que se ha volcado su actividad, el turismo? ¿Por qué las nuevas tecnologías no pueden romper esa inercia? Valdría la pena un análisis, máxime cuando desde las instituciones precisamente se insiste en que las Islas y sus ciudadanos deben invertir en formación. Son muchos los jóvenes que invierten y se preparan con ahínco pero deben marcharse. Si la crisis ha provocado que salgan de España, en Menorca ese viaje sin retorno es una auténtica fuga de cerebros.