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Contigo mismo

A lo mejor, la felicidad era eso...

Lennon afirmó que «la vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes». Tal vez con la felicidad ocurra algo muy similar: es lo que te acompaña mientras la buscas. Pero la que anhelas no es la que ya tienes, la original, sino esa otra: la Felicidad en mayúsculas, imitación y mero sucedáneo. Conoces a personas felizmente casadas, con prole no problemática, con trabajo, salud y los recursos necesarios para vivir con dignidad y que, paradójicamente, se sienten desdichadas. Y viceversa: gente que se enfrenta a todo tipo de calvarios y que se encara a ellos con una valentía que admiras. Puede que las primeras se sientan así por haber sucumbido a los modelos capitalistas y a vuestra envidia secular. Para sentirse bien, siempre requieren de un más. Las segundas, exentas de esa esclavitud, por voluntad propia o por la fuerza de lo irremediable, han sabido, sin embargo, aprender que, para estar a gusto, no se urge de tanto...

Un anciano extremeño y sabio al que tuviste, hasta su partida, por amigo, era un prodigio en este sentido. A la exclamación «¡Qué día más asqueroso!» él solía responder con: «¡Todos los días son buenos si se está en Gracia de Dios!». Y a la pregunta: «¿Qué tal?», Paco –así se llamaba- te espetaba: «¡Amanece!». Su vida, pero, no había sido fácil...

Las segundas personas (esas a las que la existencia les fue desatenta) han aprendido a vivir la vida (¡y perdonen la redundancia!). Las primeras, pese a su abundancia, se morirán sin haberla catado.

Y, contraviniendo una norma autoimpuesta desde hace ya más de 43 años como articulista en este medio, vas a relatarles algunas experiencias personales. De profunda y gratuita felicidad. A saber:

A.- Hace aproximadamente un mes te dejaste mecer, en el Claustro del Carmen, por el arte de Zulema Bagur. Mientras la esperabas, deambulaste por la exposición, absorto por esa belleza que te aislaba del mundo real para conducirte hasta donde sólo puede el arte: a una Menorca más mágica aún si cabe, reflejada, en multitud de ocasiones, desde las alturas y en las que los hombres se mostraban como lo que verdaderamente son: ni tan sólo pincelada. Toda una lección para egocéntricos narcisistas que pueblan en demasía vuestro entorno. Y, junto a casi cada óleo, la palabra de Zulema hecha carne, poesía, sentimiento. La Zulema Bagur artista está dejando injustamente encerrada a la Zulema escritora que tuviste la suerte de leer. Tras el encuentro, la velada concluyó con casi tres horas de charla, sin móviles, en un recodo del amable café del Claustro del Carmen. Tras coincidir en que ningún estado apostaría jamás por la educación (y mucho menos por incluir en ella todo aquello que indujera a pensar y sentir en libertad) os despedisteis físicamente, pero con un vínculo reforzado, el de una amistad sólida, tan sólida como sólido su talento, mientras, en ciudad ya descolorida, te sentías poderosa y rabiosamente bien.

B.- El nuevo libro de Zaca te entusiasma. Están ahí, felizmente iteradas, esas tres cualidades que lo definen y que quisieras para este cainita país: la capacidad de síntesis; la crítica lúcida, no visceral, que emana del trazo y la exquisita delicadeza con la que este hombre (aun pudiendo, no se mira el ombligo) aborda a sus criaturas...

C.- Domingo 24. Ir a votar es, para ti, una experiencia indescriptible, que te conmueve, independientemente de las circunstancias. Tu padre, que no fue a la guerra, sino que le metieron en una, sajándole una infancia ya desde ese momento irrecuperable, nunca pudo hacerlo. Y tú, de manera tardía. Por eso, con el mismo entusiasmo de aquella primera vez (la que La Trinca satirizara), te encaminas hacia tu colegio sintiéndote –porque lo eres y lo son ustedes- protagonista de la historia que se está escribiendo...

Y ahí había estado Ella, en cada uno de esos momentos, discreta, como para que no te dieras cuenta de su presencia; de que ella, la Felicidad, era, a la postre, eso...

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