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La agonía política del señor Mas

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Al señor Mas, don Artur, le debe importar una higa las prudentes palabras del señor Tarradellas, don Josep, cuando decía que «en política se puede hacer de todo menos el ridículo». A decir verdad, el Molt Honorable señor Mas ha sobrepasado la barda de la ridiculez y el esperpento más absolutos. Se dice pronto, tres meses negociando para convertirlo en Molt Honorable. Y estas son las horas que «si quieres arroz Catalina». Con un poco de vergüenza torera, de motu proprio debió este hombre bajar por sí mismo de su particular nube dejando el sitio a otro candidato menos asocarrao que él. Por otra parte, precisamente ha sido la CUP quien le ha negado a Mas el pan y la sal en eso de darle su apoyo para ser de nuevo presidente de la Generalitat. A més a més deja muy malamente el proceso independentista, todo y que los de la formación anticapitalista sabían que con el «no» a Mas, el proceso secesionista se vería seriamente perjudicado. Ya lo advertí desde estas mismas páginas, que un proceso separatista, con las fuerzas tan escasas y tan fragmentadas, iba a encontrarse con insalvables argumentos que parecen advertir a cualquiera que quiera verlo, que la ciudadanía catalana no está aún ni de lejos convencida para dar semejante salto. Y en este caso el enfrentamiento por la falta de empatía ha sido entre un Mas que ha liderado desde su posición el secesionismo, y la CUP, que entre otras cosas son independentistas hasta el tuétano, cuando lo lógico habría sido haber ido de la mano por la misma trocha. Aquí sí que se puede bien decir aquello de «no asamos y ya pringamos» o «la primera en la frente».

Permítanme una acotación: en «Es Diari» del sábado 21 de noviembre 2015, un señor que se reivindica de periodista decía que había leído «un article duríssim contra el procés català, una posició des de l'unionisme més recalcitrant. Signat per un senyor de cognoms inequívocament menorquins». En primer lugar, por su oficio de periodista, debería usted ya de saber lo que es la libertad de expresión. En segundo lugar, solo sea para no confundir a quien me lee, diré que mis cognoms no son tan menorquines como usted afirma, toda vez que Muñoz es apellido de origen romano, del caballero Lucio Nurio. Otros creen que proviene de la casa real de Escocia, no faltando quienes afirman que es del conde Nuñón Rodríguez, quien en el año 750 acompañó a Don Pelayo. Es uno de los 100 apellidos más frecuentes, pero para nada se le puede considerar de origen menorquín. Me siento honrado y orgulloso de ser menorquín y ciutadellenc, aunque mi madre, que Dios tenga en su gloria, era de Guadalajara.

No escribo para contentar a secesionistas, independentistas o unionistas y menos aún para que algún individuo como usted me tome como unionista recalcitrante. Digo, y seguiré haciéndolo, lo que desde mi opinión puede llegar a suceder, documentándome en hechos vividos en anteriores episodios secesionistas de la historia catalana. Su afirmación, señor mío, de tildarme de recalcitrante unionista, es gratuita y para algunos podría ser hasta difamatoria.

Y ahora ya, volviendo por el camino que traía, el papelón para investir a Mas ha dejado al descubierto la endeble debilidad de un proceso separatista. Endeblez que probablemente no haya hecho más que empezar. Confiemos que esos papelones no tengan un reflejo a la hora de investir al nuevo presidente del gobierno español.

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