La futura carrera de Medicina en la Universitat de les Illes Balears tiene nueve menorquines preinscritos y todos están pendientes aún de los resultados de las pruebas de Selectividad que empiezan hoy. Así que las cifras son cambiantes, el periodo de distribución de estudiantes en todas las comunidades autónomas acaba de arrancar y dependerá de múltiples factores: precios, notas de corte, prestigio del centro en el que se tengan que cursar estudios y otros, poco académicos pero igualmente fundamentales: la capacidad de pago de los padres o del propio estudiante, el camino que hayan podido abrir amigos o hermanos en una determinada ciudad, las becas de movilidad, cada vez más reducidas, y claro, también las preferencias y aptitudes del alumno. A veces este último punto, siendo lo más importante, acaba en última posición debido a la insoportable carga económica que supone desde un territorio insular pequeño realizar la mejor inversión posible en el futuro de los hijos: que estudien, si así lo desean, aquello para lo que creen estar capacitados o para lo que tienen vocación.
Los preinscritos en el nuevo Grado de Medicina procedentes de Menorca son de momento muy pocos, pero solo si se comparan con los mallorquines, ya que el curso actual fueron ocho, uno menos, los que salieron a estudiar a universidades del resto de España. Está claro que la facultad va a suponer un enorme coste, y que éste no debe implicar recortes en servicios básicos, y que los estudios deben ser de calidad. Daremos por sentado -esperemos-, que los cálculos se han realizado bien por una vez. Y si es así, creo positivo contar con más opciones para los baleares en su tierra, eso sí, debería descentralizarse la universidad, generar movimiento y demanda entre islas. También los estudiantes mueven economía, y mucha, allá donde van. Los nuestros lo hacen y el negocio se lo quedan otras comunidades.