Este año 2016 parece que no se acaba nunca. Está siendo un año en que es muy difícil aceptar la realidad que nos rodea y nuestra incapacidad para cambiarla. Los últimos meses precisamente han sido particularmente negativos.
En España, cuando se esperaba que los nuevos partidos pudieran cambiar la forma en que se gobernaba y reducir la corrupción en en los niveles altos de gobierno, hemos ido de decepción en decepción. Ciudadanos, que repetidamente prometió no apoyar nunca a Rajoy, fue cambiando de posición lentamente y al final apoyó a Rajoy a cambio de unas promesas nominales que dudo mucho que nunca se materialicen.
La izquierda, siguiendo la tradición del país, ha estado luchando entre sí incapaz de ponerse de acuerdo en nada. El nuevo partido Podemos ha ido perdiendo su capacidad de hacer nada útil por las repetidas gilipolleces de su líder, que ha perdido toda su credibilidad y ha deteriorado la imagen de su partido. Al final la izquierda ha sido incapaz de presentar una solución de gobierno.
En cuanto al PSOE, ¿qué se puede decir de su suicidio electoral? Primero el motín de Ferraz, un lamentable espectáculo inspirado por Doña Susana para derrocar al líder del partido. Luego el cambio de posición con respecto al gobierno de Rajoy. Finalmente, el PSOE ha permitido a Rajoy a encabezar un nuevo gobierno, igual que el viejo, sin conseguir ningún tipo de concesiones. El acabar el mes de octubre con otro gobierno de Rajoy fue la coronación de un desastroso proceso y una decepción para la mayoría de votantes.
Salía yo de Madrid un par de días antes de la formación de este nuevo gobierno de Rajoy para llegar a Estados Unidos a una semana de las eleciones más horribles que he vivido. ¿Qué voy a decir sobre Trump y su nuevo equipo? Ya he hablado de ello las últimas semanas. Ha sido un golpe moral y emocional muy serio para muchos, yo entre ellos.
¿Y si miramos al este del Mediterráneo? Vemos a los miles personas en busca de refugio ahogados en el mar o los que perecen en los continuos bombardeos en Siria. Las noticias parecen una sucesión de dominós cayendo uno tras de otro. Rabia y desolación son los sentimientos que brotan dentro de uno al contemplar estos hechos y verse impotente para hacer nada para cambiarlos. Rabia y desolación que intentan dominarte.
Desgraciadamente y en otro plano, ha habido más noticias, que nada tienen que ver con la política, para entristecer este fin de año. El día 5 de noviembre moría en Barcelona Maria Cardona Carreras, Mari para los amigos. Una persona encantadora siempre de buen ánimo y una de las personas más inteligentes que he conocido. Nació en Sant Lluís y fuimos compañeros de cursos durante todo el Bachillerato. Compartimos muchas experiencias en aquellos años, aparte de las clases diarias, fuimos juntos a Barcelona a competir por el premio de la reválida de cuarto. Luego volvíamos a ir para el examen de preuniversitario. Nuestras vidas se separaron cuando ella fue por Letras y yo por Ciencias, lo que me llevó a otras ciudades y a otros países.
Mari tuvo una excepcional vida profesional en la Editorial Planeta, dirigió la edición de enciclopedias y de muchas otras obras. Nos volvimos a re-encontrar en los últimos años cuando iba yo a Barcelona a trabajar. Periódicamente nos reuníamos y compartíamos experiencias. Este año, mi paso por Barcelona fue rápido y no tuve tiempo de reunirme con ella. Será el próximo año, pensé, pero desgraciadamente ya no será.
Con la rabia y la desolación en el cuerpo, me refugio en el garaje. Allí tengo montado mi taller de talla. Cojo un tronco, formón en una mano y maza en otra empiezo a darle martillazos. Me acuerdo de Trump, de al-Assad, de Putin, de Rajoy, de Susanita y los golpes son cada vez más fuertes. Así golpe tras golpe va saliendo la rabia y va emergiendo algo del tronco que muestra mis sentimientos, algo desnudo y humillado con la cabeza partida entre la rabia y la desolación.