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Con derecho a réplica

Quemar o ser quemados

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Que quede bien clarito desde la primera línea, que nadie se sienta mal a partir de ahora por incumplir con sus obligaciones, o por decir una cosa y hacer la contraria, porque si ellos pueden hacerlo, nosotros también queridos lectores. Si los que tendrían que ser referentes y ejemplo de comportamiento se lo pasan por el forro, qué esperan de los ciudadanos de a pie, que no representamos a nadie, ni somos referente de nada. Maldita doble moral y maldito sentimiento de culpa, fruto de esa raíz judeocristiana que tenemos tan arraigada. Haría falta un poco más de samba y un poco menos de liturgia.

Vamos con los hechos que nunca mienten, por más que se empeñe esa prensa servil y manipuladora. El sábado pasado los abuelos, y las abuelas, de este país salieron a la calle, un vez más, para pedir unas pensiones dignas, mira tú qué locura. Y mientras los yayos paseaban pancartas y eslóganes de forma más que pacifica, ¿dónde creen que estaba el jefe del Estado?, el cuñado del 'duque en-Palma-do', ese al que algunos llaman rey, reconociéndose ellos como súbditos, redobles de tambor por favor... ¡esquiando! No esperen ustedes un «lo siento, me he equivocado y bla, bla, bla», los poderosos se disculpan poco y mal.

Es normal, al fin y al cabo su padre, el rey jubilado, tiene una pensión ligeramente superior a la media, y la casa ya pagada, ya dijo el gobernador del Banco de España, que los jubilados no se tiene que quejar tanto porque tienen casa en propiedad y eso es una activo, ole él y toda su humanidad de banquero. Recordemos que la pensión media en este país es de unos 930 euros mes, y que el caza elefantes emérito cobra cerca de 16.000 euros, no está mal la nómina.

Y el personal, que va quemado, se rebota y quema fotos de reyes, y tienen que venir de fuera a poner orden, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos sentenció que quemar fotos del Rey no constituye un delito, sino una forma de libertad de expresión política. «La libertad de expresión se extiende a ideas que ofenden, chocan o molestan», subraya Estrasburgo en su contundente sentencia, y forman parte del «pluralismo, tolerancia y amplitud de miras sin las cuales no hay una sociedad democrática». Flipa y flipa, con el humo que están echando por las orejas los casposos de la represión, adoradores de tiempos pretéritos muy oscuros. Y cómo se escandalizan los empalagosos de lo políticamente correcto, los de todo muy podrido pero todo muy higiénico, los que se irritan ante el humor, la ironía y el sarcasmo, porque no aceptan que son los provocadores los que hacen avanzar la sociedad, porque si fuera por ellos, seguiríamos en épocas medievales, como mucho.

No se trata de quemar o ser quemados como invitación a la violencia, ni mucho menos, el camino o es pacífico, o no es. Pero desde el pacifismo más radical debemos decidir también con la mayor contundencia, o estamos con nuestros mayores, o estamos con los poderosos y las casas reales. Como dijo la pensionista Paca Tricio en televisión: «Somos mayores, pero nos somos tontos», a ver si estamos a su altura.

Para acabar, o estamos por seguir esperando príncipes azules, o reinas de nuestras vidas, o aceptamos de una puñetera vez que todas las sangres son rojas y que lo único azul puro era la metanfetamina de Walter White en la serie «Breaking Bad», aunque hay que ir algo drogado para pensar que uno es rey, superior a los demás, por la gracia de dios. Desde Menorca, feliz jueves a todos, menos a los que tienen alma de lacayo.

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