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Contigo mismo

Vivir en un aeropuerto

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Le habrá ocurrido... A usted... Doy fe... Miras tu reloj... Estás cansado... Has de abandonar el hotel antes de las doce... Existe la posibilidad de posponer la partida en algo que se denomina –creo- check in later... Pero estamos en Semana Santa y –te cuentan- que pues va a ser que no...

El avión parte/sale a las 8 y tú te preguntas qué carajo haces en Madrid hasta las 8... O, para ser más correctos, hasta las 20.50 horas o algo así...

Estás cansado... Con el cansancio de quien esperó algo y ese algo no se produjo...

Sales...

Hubo un día en el que la Gran Vía -¡menudo pareado!- hubo un restaurante denominado X... Ahora, evidentemente, es una tienda de...

¿Lo adivina? De ropa... Existe, entre usted y yo, ya, cierta complicidad... Usted vivió lo que es resistir en una gran ciudad desde que se sale de un hotel y se iza un avión...

Sales...

Son solo las 13 horas...

¿Cuántas horas te quedan?

¿Cuántos sueños te quedaron?

¿Cuántos te quedarán?

Estás cansado, sí... Te acercas a Callao... Buscas un regalo para esas personas que han hecho de un hotel, tu hogar...

Sales, de tantas partes...

Estas repitiendo en demasía el verbo 'salir'...

Optas por un bus turístico...

Así, a lo tonto a lo tonto, va y que te pasan dos horas...

Y, pues eso, que vas y lo coges... Y vives, revives, esa ciudad, eternamente repetida, pero que es ya otra...

¿Fue Sabina?

Nunca vuelvas a una ciudad en la que fuiste feliz...

¡Fantástico! Ya son las 16.00 horas... ¿A qué me entiende?

Irás al hotel, recogerás tu maleta y lo que pudo ser y no fue. Pero no piense mal...

Coges, a la salida, un taxi... El taxista no te odia por ser catalán... Se las está pasando putas por razones de trabajo. Jode la vida, no la piel...

El Aeropuerto Adolfo Suárez, de pronto, brota tras los cristales embrutecidos de un taxi de un obrero maltratado por la falta de querencia... Y su nombre, para los que tantos vivimos, o malvivimos, tiene, casi, casi, como algo de oración... ¡Joder!

El vuelo lleva retraso... Y estás cansado...

Lo has dicho ya...

¡Qué largas son esas horas sin alternativa! ¡Que largas, de verdad, las horas de los aeropuertos! ¡Qué duras!

Desde tu ventanilla 1F observas la pequeñez de tantos, la tuya propia...

- ¿Poder?

- ¡Abróchese el cinturón de seguridad!

- ¿Dinero?

- ¡Pues puede ser que la espichemos!

Cruzas la estación de autobuses... Ya en tu hábitat... Llevan horas ahí...

Te los miras...

Están en una 'casa de acogida'...

Pero, diariamente, los echan a la calle... Tempranito... Y solo pueden regresar de anochecida...

¡Qué duras esas horas!

¡Qué duro vivir siempre en un aeropuerto!

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