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¿Pero qué aplaudían ustedes?

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No es precisamente pequeña la lista de corruptos en la órbita del partido del PP que han ejercido de políticos, que para cuando los indicios de su golfería comienzan a ser aireados por la prensa y la ciudadanía ya no se hace ni siquiera cruces por la frecuencia de tan deleznables episodios, entonces sale Rajoy o cualquier otro principal del partido para anunciar urbi et orbe (a la ciudad y al orbe) que el partido está al lado del corrupto/a y que tiene su confianza, toda su confianza. Unos días más tarde, si la cosa es ya de juzgado de guardia, don Mariano dirá «esa señora o ese señor por el que usted se interesa, ya no ostenta ese cargo o ya no está en el partido».

El fin de semana 6, 7 y 8 de abril, el PP estaba de reunión mayor en Sevilla con el fin de cargar las pilas de cara al capítulo de elecciones que asoman las urnas por el horizonte electoral de autonómicas y municipales. Quizá se intentaba ponerle freno a los negros nubarrones en intención de voto que están nutriendo las expectativas de Ciudadanos en detrimento del PP. Pero en vez de coger impulso lo que cogieron fue un nuevo capítulo de vergüenza merecida cuando por los aledaños del mundo universitario hispano los estudiantes que no pueden permitirse lo que les cobran por estudiar un máster, gritaban a coro: «A la gente del PP los másters se los regalan». Apoyaban la razón de su malestar en el 'sofrito' de mentiras en el rarísimo máster de la señora Cifuentes. El señor Núñez Feijoo acertó a decir una verdad sin paliativos: «Si tiene el máster nos ha dicho la verdad y si no lo tiene nos ha engañado», vino a decir. ¡Qué lucidez!, ¡qué brillante deducción!, ¡qué capacidad de discernimiento! Ha estado usted cumbre señor presidente. Pero señor Núñez, para decir eso casi mejor se hubiera estado usted calladito pues al caso Cifuentes, lo que le sobra es palabrería.

EL SEÑOR SORIA tuvo que dimitir de ministro, no por mentir si no por no saber explicarse aunque un político de casta no debería mentir jamás, sobre todo porque tiene 3 razones para no hacerlo; la primera es que una mentira a la ciudadanía necesita de una sesuda preparación; la segunda es que deberá el embustero/a tener muy buena memoria, de lo contrario trastocará parte del argumento de la primera razón; y la tercera y principal, si es descubierto habrá perdido la orla de honradez que debe adornar su paso por la política.

Con el máster de doña Cifuentes algunos miembros de la universidad Rey Juan Carlos deberían hacérselo mirar, repasar sus afirmaciones y sus contradicciones. Cabe la posibilidad ante algunas de las cosas que se han dicho, que el código penal contemple afirmaciones punibles, pero lo más grave de todo es como queda el ánimo de los estudiantes que cursan un máster en esa universidad. Deben estas asombrados por lo fácil que consiguen algunos/as lo que para otros exige mucho sacrificio.

Señores del PP, ¿qué aplaudían ustedes en Sevilla? Fue indecoroso que todos los mandamases y los otros también, puestos en pie aplaudieran a doña Cifuentes como si ésta viniera de solucionar un problema que afligía a la ciudadanía cuando realmente de donde venía esta señora era de darse un garbeo con un máster por una universidad que ha dejado entre tantas dudas. No merecía un aplauso de ninguna de las maneras a no ser que en el PP, si el corrupto/a o posible corrupto/a, como son de los nuestros… Pero fíjense lo que se ha dicho de la universidad Rey Juan Carlos, que ésta está al servicio del PP. No me lo puedo creer. Esto sería ya el colmo y no solo para pasarle bien la garlopa a los responsables de dicha universidad si no que también eso justificaría pedir la dimisión de la oposición política de este país porque si no son capaces de corregir semejantes cosas, más les vale que se estuvieran en su casa. En cuanto a los aplausos de Sevilla, recuerdo los dedicados al señor Rato, al señor Soria, al señor Matas, al señor Bárcenas, al señor Fabra, al señor Alfonso Rus, etc., etc.

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